No me siento cómodo en eventos en los que hay que aplaudir. Prefiero un vinilo o un cd a un concierto y la lectura al mitin. También el teatro (en lo que tiene de cine: de ese cine que Unamuno no llegó a concebir pues sólo conoció el chillonamente mudo y no el de los grandes silencios, tan elocuente, de un Tarkovsky, un Herzog o un Kitano) y el cine (en lo que tiene de misa: esto es, de comunión silente, tácita). Frente al aplauso, el AMEN. Frente a la ovación, la unción. Eterno vasallo en busca de buen señor, me parece perfecto que las pocas personas a quienes trato en las que detecto señorío me empreñen con sus razones, sus perogrulladas, sus paradojas, que, a su vez, dan pie a las mías, afilan mis reacciones, las "laserizan" redimiéndolas del mero, del mucho más romo encabronamiento, de la "entrada al trapo" (esto es, del gemelo inverso de la ovación). Evocando a Unamuno, ni lo huno ni lo hotro...
lunes, 27 de enero de 2020
UNCION FRENTE A OVACION
Publicado por
el zurdo
a
12:34:00
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