lunes, 6 de abril de 2009

ORIENTA © CIONES



“Cayó la noche y, a la luz de la luna, la figura del sacerdote se asemejaba a un montón de huesos blancos.” (YUKIO MISHIMA)




ilustración: THE LEFT HAND

jueves, 2 de abril de 2009

Glifipterígidos en eritroxiláceas


Me ayuda a depurarme y yo le ofrezco el mejor precio. Elimina las toxinas de mi alma; hago pedazos su tiempo y asimilo de forma abusiva su carácter ultrasincopado. Nuestra celebración del Pentecostés está desprovista de sentido religioso aunque seducida por el magisterio espiritual de los tomates exactamente maduros. Por ignorancia he visto en tí un país muy grande necesitado de una referencia central. Y he sentido esa idea como una providencia, al cubrir con mi simiente la superficie equivalente a dos anas aragonesas. La cantidad de materia que contiene mi cuerpo quedó reducida a polvo por tu presión y mis frotamientos. Mi alto nivel de contaminación hace que usted preste atención y rellene los cuadros vacíos de mi particular encasillado.


Hablas de libros permanentemente que desearías leer, pero no existen. Dices que eran caros y circulaban en malas ediciones... nadie los ha visto. Marcaron en números romanos fechas capitales en historias que aún no han ocurrido. En estos momentos quisiera perder los estribos y vivir intensamente pero mis intestinos amenazan con plantarse si no apruebo una clara regulación alimenticia. Había empezado a negociar con ellos la reduccion diaria de arsenal fecal y así despenalizar algunas conductas punibles y espontáneas que aliviasen mi atasco matinal en horas punta. Tras acumular una deuda de casi el 25% descubro nuevos yacimientos de gas en mi interior cuya producción podría rondar los 363.000 metros cúbicos al día. Un pozo de esencias herbales que suministrarán energía y combustible para los próximos dos años. Retrasa tu decisión que esto está que arde. Gestionemos juntos la licitación de este contrato porque las vueltas del mercado gástrico son de consideración y superan a tu lavadora hiperactiva.


En el café de la esquina me encuentro con muchos hombres de mi edad y toda la conversación por su parte se reduce a quejas y lamentaciones. Recuerdan con gran saudade los placeres del amor, de la mesa, de la deposición sincopada y espontánea, de ciertas artes de pesca, de los escotes en prendas de vestir templadas cuyo fruto es la mora, de la ciencia que establece las leyes del revés, de los bailes de políticos africanos en pueblos de Gerona, del coloquio corrompido en guiso, de los metales preciosos que forman ondas en el pelo de las canarias. Se afligen de esta pérdida, como si fuera la pérdida de los más grandes bienes. La vida de entonces era marchosa y dichosa en símbolos químicos. Pero yo me he sacudido el yugo de ese furioso y brutal tirano que es el cuore. Y reviso constantemente la grabación clave para establecer el móvil de su asesinato trifásico.


Escucho con deleite a Elurretan mientras visito por vez primera el parque de Aiako Harria-Añarbe. Sueño con hallar en un árbol la grafía de Aleister Crowley, de rigidez, soberbia y magia. El clima atlántico dominante permite buscarla en robles, pinos, arces, fresnos o álamos. De noche el jabalí me detecta aunque prefiero encontrarme con el corzo, que es un cérvido más bello y enigmático. La potencia de la erosión hídrica del arroyo de Aitzondo, que crea una cascada de más de cien metros de desnivel, me asusta y me convierte en un colorista rupícola a la caza de dulces notas musicales de tachismo polifónico y forestal en la calidad de sus aguas. Lo intrincado de sus roquedos, en los que el granito aparece desnudo y dispuesto, me transforma en alimoche solitario: allí regreso de mi territorio invernal en África.