viernes, 30 de mayo de 2008

Jean Tinguely


Este pasado domingo me acerqué al IVAM. De los museos de arte moderno salgo muchas veces mosqueado (de hecho, habría salido mosqueado si sólo hubiera visto la mierda de Joseph Beuys), pero no fue el caso esta vez. Había expuesta una retrospectiva de Jean Tinguely (1925-1991), un escultor cinético suizo que fue miembro del grupo de los Nouveaux Réalistes. En este grupo se encontraba también gente como el pintor monocromo Yves Klein, el embalador Christo, Daniel Spoerri o Niki de Saint-Phalle, la mujer de Tinguely. Duraron un decenio juntos (1960-1970) y celebraron su disolución ese último año con una escandalosa performance, en la que quemaron un gigantesco falo delante de la Catedral de Milán. He visto muchas cosas burras entre los falleros y evidentemente, ese tipo de cosas no me impresionan; además casi todas las performances me caen gordas, no las soporto.
Pero bueno, esto era otra cosa. La retrospectiva, la primera realizada en España, está constituida por 30 esculturas, 105 dibujos y un par de vídeos, todo ello traído desde el museo del artista en Basilea. No sé por qué, cuando entré en la sala de la exposición fue como si estuviera viendo uno de esos Super-8 que rueda obsesivamente Pedrito, el alter ego de Zulueta en “Arrebato”. Tantos ritmos, todos distintos: la gente paseándose folleto en mano y toda una galería de máquinas convulsionándose a su alrededor sin parar.Comencé a mirarlas más de cerca y me atrajeron ya sólo por su aspecto: están compuestas con desechos, trozos de hierro oxidado, bidones, cuerdas… sin embargo, al ser de pequeño tamaño no llegaban a colmar del todo mi gusto por el detritus industrial. Son ingenios divertidos y con un punto inquietante, pero para los que nos hemos tragado casi todo lo de Tsukamoto o Cronenberg, pues quizá resultan algo inocentonas, como una máquina de vapor frente a un robot de última generación. Muchas de ellas pueden moverse accionándolas con el pie, pero en esta exposición han decidido aplicarles un temporizador. Yo creo que ganan bastante así; cada poco tiempo, las máquinas son presa de estertores mecánicos absurdos, titánicos, perpetuos. Mientras afuera los coches dan vueltas y vueltas a la manzana tratando de encontrar una plaza de aparcamiento, en la sala un complicado mecanismo hace rodar un plumero rosa a toda velocidad; otro engendro se balancea inútilmente; y un martillo golpea una campana ferroviaria creando un estruendo espantoso. Da un cierto mal rollo, es como una burla sin rostro, anónima.Lástima que las piezas más espectaculares de Tinguely no hayan podido ser incluidas en la retrospectiva, por razones de espacio. En su Réquiem pour une feuille morte (1967) un gigantesco y elaborado engranaje de ruedas se encarga de mover una minúscula hoja marchita en un tristísimo esfuerzo. Recordando a los inventos del profesor Franz de Copenhague en el TBO, el suizo comparte la fascinación por lo mecánico, que ya había poseído a los futuristas; como ellos, es aficionado a las carreras de coches, y crea también las llamadas Meta-Armonías, equipadas con pianos, martillos, carracas y otros instrumentos y que son muy parecidas a las máquinas de ruidos que fabricó Luigi Russolo a principios de siglo.Sin embargo, esta fascinación adquiere tintes algo más pesimistas y angustiosos en Tinguely, especialmente en la última época(a partir de 1985), en la que construye infiernos mecánicos, donde vemos calaveras dando vueltas en un desasosegante automatismo. Por ejemplo, en su obra Mengele Totentanz (la danza de la muerte de Mengele) dispone un cráneo de hipopótamo en un gran altar, situado encima de una máquina carbonizada y oxidada de cosechar maíz (marca Mengele), y cuyos chirridos y sonidos metálicos se acercan a lo que podría ser un directo de Einstürzende Neubauten. Aquí se puede ver un ejemplo de esa última etapa:Quizá lo más curioso sea precisamente la reacción que uno tiene al salir por la puerta del museo, porque entonces se da cuenta de que todo lo que le rodea es mucho más absurdo si cabe que el movimiento sin objeto de los cachivaches de Tinguely. Y mucho más feo y aburrido.




lunes, 12 de mayo de 2008

CRÍA FAMA... Y DESCANSA EN PAZ


Nick Drake, cantautor brillante que fue completamente ignorado en vida y no alcanzó la fama hasta unos veinte años después de su presunto suicidio, compuso "Fruit tree", una preciosa, visionaria y melancólica canción sobre los caprichos de la fama póstuma:

Sí, pero el abuelo Jünger siempre lo tuvo mucho más claro: lo que a Drake le provocó largas noches de insomnio y lo sumió en profundas depresiones, al gélido e iluminado autor de "Eumeswill" no le quitó ni un segundo de sueño y apenas le dió para un puñado de certeras reflexiones; entre ellas:

"¿Por qué se quejan tantos de ser menospreciados? Peor aún es lo contrario".

O también:

"La fama póstuma es algo más bien de temer en tiempos en los cuales la gente se vuelve más necia generación tras generación".

Y aún más:

"La fama póstuma tiene para el que la logra la conveniencia de no ser importunado por ella. La fama no depende del tiempo; en este sentido, la duración, la pervivencia de una obra puede servir de prueba de que lo atemporal, como la cola de un cometa que sigue brillando detrás de él, se hace visible durante un rato. El mismo está extinguido".

*Fotografía del cometa Halley tomada en 1910 desde el Lowell Observatory.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Divinas palabras (III): Charles Baudelaire

Una profecía equívoca, paradójica. Casualmente, también instintivo, intuitivo, el hecho de que este texto ayer, precisamente ayer, fuese elegido para el Luminar.



photoclaroscuro


“El mundo se va acabar. La única razón por la cual podría perdurar sería porque ya existe. ¡Qué débil es esta razón, si la comparamos con las que anuncian lo contrario, ésta en particular: ¿qué más puede llevar a cabo el mundo, a partir de ahora, bajo el cielo? - Pues suponiendo que continuara su existencia material ¿sería ésta una existencia digna de ese nombre y del diccionario histórico?”





Charles Baudelaire, Cohetes

lunes, 5 de mayo de 2008

KURTZIFER




ilustración: THE LEFT HAND