sábado, 23 de abril de 2022

Balance de soponcios internacionales

 


Colapso entre los 50 y primeros 60 del imperialismo clásico (mayormente francés y británico) que beneficia a China, la URSS, Cuba y al panarabismo egipcio como líderes de la nueva emergencia (pero también, como herederos contrasubversivos de los imperios caídos, a los USA -herencia agridulce si pensamos en Vietnam, que supondrá con la desbandada usaca en el 75 un eco de la crisis de Suez de mediados los 50-, a Israel -a partir sobre todo de la Guerra de los Seis Días, que acabará minando los intentos de expansionismo panarabista de Nasser que recogerán de manera más disfuncional Assad y Gadafi- y a la Sudáfrica del apartheid -en un rol más precario que, en parte, representarían en el ámbito latinoamericano las quirúrgicas militares del pinochetismo chileno y las experiencias argentinas del onganiato y el posterior y no menos inestable Proceso de Reorganización Nacional- y, como híbrido paradójico surgido de la descolonización pero afirmándose como nuevo coach/gurú del capitalismo asiático, a Singapur, maestro en la remodelación económica tanto de la China postmaoista como del Vietnam que se reconstruye tras la guerra pero que también influirá en aggiornar países capitalistas asentados como Japón, Taiwan y Corea del Sur -otra paradoja sería la V República bajo De Gaulle en su ambiguo rol de país europeo ex/imperial que muestra una serie de conductas "anticoloniales" en relación con el incremento de poderío usaco-).


Colapso de la hegemonía usaca entre el 74 y el 81 a partir del Watergate y hasta la llegada de Reagan: incentivará la victoria de Vietnam del Norte, las intervenciones cubano/soviéticas en los últimos restos coloniales (Angola y Mozambique), la caída de Rhodesia a partir del giro ultraizquierdista del gobierno británico previo a la llegada de la Thatcher y el escaso apoyo de una Sudáfrica cada vez más a la defensiva, los choques centroamericanos entre guerrilla y gobierno proUSA (Nicaragua, El Salvador -en parte, también animados por la victoria de los norvietnamitas-), la caída del Sha en Irán, la venida arriba en China de la Banda de los Cuatro a partir del retiro de Chou En Lai y la muerte de Mao (con su coda gore en Camboya con la toma de poder por los Jemeres Rojos), y la escalada terrorista de ETA en la España postfranquista.


Colapso de la URSS a partir del proceso liquidacionista de Gorbachov que acabará consumando Yeltsin: la pinza trilateral de Reagan, Thatcher y el "amigo polaco" (la conjunción polaco/vaticana de Wojtyla y Walesa) se engarzará como un rodillo inapelable sobre las maniobras interiores de la Perestroika y preparará el camino al infausto yeltsinato (que sólo comenzará a mutar hacia intentos de recuperación con la llegada de Primakov y, más tarde, de Putin), el conflicto balcánico (fruto de la orfandad de un arbitraje tras la muerte de Tito y el derrumbe del Big Brother soviético) y, como ominoso presagio de futuras revoluciones de colores, primaveras y maidanes, la ejecución express de los Ceaucescu con la aquiescencia de Moscú.


Colapso de Occidente: el ascenso de China como primera potencia planetaria de facto, la Guerra de Secesión 2.0 iniciada en los USA con la irrupción de Trump y sus choques con el cenagoso Deep State (choques que se han agudizado aún más con su salida de la Casa Blanca y la irregular presidencia de Biden, rehén de los aspectos más bizarramente ostentóreos de lo políticamente correcto y de los intereses sorosianos, incoherente en su política en Afganistan y Pakistan -retirándose y dejando campo libre a los talibanes y promoviendo en el vecino país un golpe ¿blando? con ecos hondureños para sabotear la incipiente buena sintonía indo/pakistaní propiciada por el eje Pekin/Moscú- e impotente para intervenir de manera positiva en la presente crisis en la Europa extremooriental, provocada, en última instancia, por el expansionismo de la OTAN y los persistentes y torpes intentos de rebajar a Putin al nivel de un Saddam o un Gadafi y de reemplazarlo -espejismo imposible- por un nuevo Yeltsin-), guerra de Secesión extendida a Europa con la clara desobediencia de Orban respecto a las directrices rusófobas occidentales y el quintacolumnismo creciente en apoyo de las políticas del líder húngaro tanto en países de la Europa occidental como en Serbia, Moldavia, Chequía, Eslovaquia, quintacolumnismo que desbordará con seguridad los diques impuestos por la UE (Macron rima con tapón) en cuanto se reafirme la posición de Moscú en el actual conflicto y, como primera consecuencia de dicha reafirmación, el rango de China como primera superpotencia resulte ya incuestionable.  

martes, 5 de abril de 2022

BUCHA

 Bucha es un incidente más en la guerra. Hubo y habrá más incidentes similares. El escándalo ante los hechos (hechos de los que, soy el primero en reconocerlo, eran capaces ambos bandos, como en otro tiempo quedó claro con las violencias extremas en el avance del Ejército Rojo hacia Berlín casi simultáneas a las de la Ustacha y sus antagonistas los partisanos de Tito, o las de Szalasi herederas pero desde otra acera ideológica de las de Bela Kun unos años antes, o las de los ucranianos "abanderados" en su devoción sadomaso por los alemanes que los masacraban como recompensa a su devoción, violencias destacadas o "digeridas" según la oportunidad y el humor político del momento) se anula, insisto, por la focalización de esos hechos que pretende asordinar otros (tanto de la presente guerra como en sus prolegómenos ya desde las mismas jornadas del Maidan hace casi una década) que puedan legitimar las acciones del bando considerado "incorrecto" por Occidente. La intención última de esta ofensiva mediáticamente rusófoba tomando como pretexto a Bucha es continuar la reducción del mandato de Putin y de la posición internacional de Rusia a la de la Libia de Gadafi, la Serbia de Milosevic o el Irak de Saddam (sujetos tratados por Occidente de muy diversas maneras, por cierto, según la oportunidad y el humor del momento hasta su descabello final y las "gozosas" consecuencias para sus países -en el caso de Serbia, menos caóticas pero bastante inútiles en cuanto al intento de erradicar las querencias y aversiones de los serbios, incluido su gobierno, con respecto a sus sentimientos en los 90-). ¿Es racional esa minimización del poder de Rusia y de la figura de su premier o se está cayendo en un grave error de apreciación?: Putin no es Kruschev perdiendo el pulso frente a Kennedy en la crisis de los misiles, ni el liquidacionista Gorbie desarmando a la URSS frente a la trilateral Reagan/Thatcher/Wojtyla, ni desde luego el disfuncional y beodo Yeltsin convertido en alfombra de piel de oso sobre la que Clinton pudiese retozar con sus becarias. El panorama en cuanto a hostigar a Rusia en defensa de un estado fallido y profundamente enfermo (tanto en sus manejos económicos como en su conciencia moral) como Ucrania no apunta a otra nueva (y pírrica) "victoria" del Nuevo Orden ¿Mundial? sino a un final más tipo DR STRANGELOVE, cabalgando alegremente un rodeo termonuclear global. Pero, bueno, ustedes mismos...