miércoles, 29 de junio de 2011

INDIGNADOS DE VERDAD (y, por tanto, invisibles para los media)

(continuación a lo ya expresado aquí y aquí)

«Agradecimiento a nuestros compañeros de Ferraz
Cinco largos años han pasado desde aquél fatídico 9 de mayo del 2006 en el que nuestras vidas se vieron intervenidas y modificadas, 480.000 personas vimos afectadas de una manera negativa nuestra vida.
Durante todo este tiempo, un grupo de compañeros no han dejado de asistir martes a martes ante la sede del PSOE en la calle Ferraz núm. 70 de Madrid, para pedir justicia para nuestro caso, sin importarles que haga frío o calor, nieve o llueva…
Es a ellos a quién nos dirigimos para agradecer su fuerza, su constancia, su lucha y perseverancia, ellos mantienen encendida esa llama de esperanza y dan grito a la voz callada de todas las personas afectadas.
Desde la Asociación de Afectados de Afinsa, queremos agradecer a nuestros compañeros “Ferraceños” cada uno de esos momentos que pasan ante la sede de Ferraz, nuestro apoyo para cada uno de ellos, nuestro más profundo y sincero agradecimiento y gratitud.
Asociación de Afectados de Afinsa»
(ACABO DE ENCONTRARME ESTE COMUNICADO COLGADO AYER EN EL BLOG DE LA ASOCIACION DE AFECTADOS EN LA QUE ME ENCUADRO)
 

miércoles, 8 de junio de 2011

MIS REYES


No hace mucho, en la tertulia de Radio Santoña, preguntado sobre los cabreos regios con la prensa y sus angustias draculinas de que le quieran clavar una conífera en los abdómenes, me limité a declarar que, considerando a Juan Carlos I un traidor sin justificación posible al anterior régimen que lo entronizó (traición que habría tenido sentido si lo hubiese hecho por los intereses del pueblo y no por los suyos propios) y también a su tarea como árbitro (al mostrar de manera contumaz parcialidad por el partido que ha mangoneado de manera más corrupta este país, en detrimento de los otros dos presidentes electos -Adolfo Suárez y José Mª Aznar, bastante menos nocivos tanto en sus intenciones como en gestión que Felipe González y, ya no digamos, que el patológico ZP-), pues sus angustias me importaban exactamente lo mismo que las de Belén Esteban o las de Julián Muñoz.

Hace un rato me he topado en Facebook con un hilo de Reimon Albert a cuenta de la desnudez del rey, redundando en buena medida en ese sabor a ceniza que hoy por hoy deja la monarquía en todo españolito con un mínimum de vergüenza y decoro. Aprovecho este detonante para explayarme sobre mis reyes.

Durante mucho tiempo me he sentido más cercano a los Austrias (a Carlos I y a Felipe II, se entiende -los pasmos y taras subsiguientes no me resultan en modo alguno estimulantes-) que a los Borbones, dinastía esta que considero absolutamente de ocupación y cuyas figuras menos funestas (el melancólico Fernando VI y el hiperactivo Carlos III) las valoro en sus intenciones de redimirse de su karma foráneo y satélite de Francia; en cuanto al resto, la constante de confundir el país con un cortijo/picadero/patio de juegos de desgobierno despóticamente torticeros, que llega a su culminación con la situación actual, pues me reafirma en la maldición borbónica que ha acabado por cargarse España.

Monarcas con buena voluntad, abiertos al progreso (en el sentido más honesto y positivo del término, sin connotaciones despóticamente ilustradas), con una visión no coercitiva de la unidad de España y empatía con quienes jamás considerarían súbditos sino ciudadanos, la verdad, solamente los encuentro en algunos pretendientes de la saga carlista como don Jaimedon Javier y su hijo Carlos Hugo (junto con sus hermanas y esposa, principal dinamizador durante el franquismo de lo que acabaría llamándose Partido Carlista -formación política hoy meramente testimonial en cuya doctrina, sin embargo, hay no poco de lo que podría, en plan constituyente, posibilitar un reencuentro entre las partes de una península agónica en lo político, arruinada en lo económico y fraccionada en lo territorial-).



Y yendo mucho más atrás, si Castilla hubiese mirado hacia el Atlántico y no hacia el Mediterráneo, con la hija de Enrique IV, Juana (la mal llamada Beltraneja) unida a Portugal, y no la hermana, Isabel, asociada a Fernando de Aragón (el sujeto sin escrúpulos que inspiró a Maquiavelo su obra EL PRINCIPE -otros levantinos, los Borja, llevarían el maquiavelismo en la vecina península itálica a sus más despiadados extremos: pasan los siglos y nada parece cambiar por esos pagos en cuanto a rapacidad y cleptocracia-). Si Cataluña, Valencia y Baleares hubiesen seguido su camino fundiéndose con lo italiano, tal vez Castilla, la cornisa vascocantábrica, la franja galaicoportuguesa y la proyección meridional andaluza como puerta natural de mestizaje hacia Africa (como soñaba Ganivet frente a la maldición de la febril burbuja americana -que tanto daño supuso para España, como la obsesión americana de Kruschev mucho más tarde llevaría a la URSS a una tremenda carga económica y embrollos geopolíticos a propósito de Cuba que jamás se habrían aceptado por el eurasiatismo estaliniano-) habría sido mejor para colonizadores y colonizados (un continente africano con una mayor presencia ibérica pudiera haber sido algo más fecundo y menos moridero y corazón de las tinieblas).

Todo ucronía, sí, pero, cuando España hoy es ya sólo un cadáver corrompido, acudir a la memoria de reyes y reinas que no llegaron a consumar su destino, atender a figuras con más empatía, honor y buena fe que los que tuvimos que sufrir por arbitrariedad foránea hasta llevarnos al máximo desarraigo y dislocación de nuestra entraña, evocar intuiciones, intenciones y proyectos más cargados de regeneración que de mero dominio, en los momentos actuales de reconstitución entre los escombros quizás sea lo único cabal, lo de veras VIGENTE.