lunes, 21 de noviembre de 2011

GANAMOS LOS QUE NO SALIMOS EN LA FOTO

dedicado a Víctor Velasco

No me puedo quejar: mi partido, la abstención, ha quedado el segundo tras el PP. Mi partido, junto con sus parientes menores el voto nulo y el voto en blanco (voto soso pero sano como la pescadilla de régimen), eso sí es transversal y no lo de Rosa Díez. Es el partido de las víctimas (víctimas de atentados, de expolios, de arbitrariedades, de manipulaciones, de preguntas huérfanas de respuesta) que aspiramos más a justicia (a veces, ya digo, tan sólo a una respuesta que, como a antihéroes kafkianos, jamás se ¿nos va a dar?) que a pesebre y que somos conscientes de cómo, por ahora, la cosa va para largo. Es el partido de la gente otra que, bien por convicción libertaria o por lúcida desconfianza del presente tongo electoral (tongo aún más restrictivo esta vez con la larga lista de candidaturas rechazadas por mor a una mayor concentración partitocrática), no está dispuesta a legitimar un juego turbio con un único ganador, la Banca. Es el partido afín a muchas de esas candidaturas rechazadas o incluso a algunas no rechazadas pero que han quedado fuera del mínimo parlamentario, candidaturas profundamente dispares en sus nostalgias y aversiones y esperanzas pero unidas por su higa común a la ficción existente. Es el partido de quienes nos indignamos desde la dignidad y no desde el momentáneo cabreo por la pérdida de chollos y prebendas. Nadie recompensará al abstencionista, al votante nulo o en blanco, o al que opta por candidaturas minoritarias en las que cree de corazón. Sumando esos votos, igualamos casi hasta al propio ganador, pero ni así salimos en la foto. Claro que... tal vez no queramos salir en la foto. Hay fotos en las que resulta mejor no salir. Por aquello del respeto a sí mismo ¿saben?


jueves, 10 de noviembre de 2011

DIGNIDAD VS INDIGNACION

Como me siento bastante contentito
de estos comentarios hechos hace un rato en un hilo de FB,
los elevo a entrada luminarca, ale.

La Rebelión con mayúscula contra el desorden establecido implica dignidad: esto es, DIGNARSE más que indignarse.

O lo que es igual: frente a tanta acracia fácil, yo me afirmo en mi pulsión de siempre, la que me llevó al margen, QUE BUEN VASALLO SI HUBIERA BUEN SEÑOR.