sábado, 23 de agosto de 2014

LA TRIPLE X

Portugal (país pobre pero dueño y señor de su tiempo -de ahí que unos cuantos elegidos lo veamos como patrimonio cultural-) sigue teniendo en activo a Manoel de Oliveira. En cambio, EXpaña (aspada en su triple x, triple como el canto del gallo -x de impostura, x de irrelevancia, x de imbecilidad-) se va desflecando rehén de todos los tiempos fugaces que se le imponen y oculta bajo la alfombra los espejos mágicos que pudieran redimirla, caso, por ejemplo, de Jaime de Armiñán.

Acabo de ver esa película que muy pocos han visto y que supone por el momento la última aventura de Armiñán tras la cámara. Templada, dueña y señora de su tiempo, cabalmente feroz, redonda en su casting y espléndida en sus anécdotas y bifurcaciones (los cócteles favoritos de Vega son también los míos -y el impagable Benson, con su karma republicano rico en nostalgias y afirmaciones cirílicas, haría las delicias de mi muy respetada y apreciada Mme Byblos, como deja bien claro esta frase, "LUEGO CAYO EL MURO DE BERLIN Y SE FUE TODO AL CARAJO", con la que concluye sus memorias para refugiarse en la inactualidad de una emisora más allá de tiempos y derrotas-).

A Armiñán, desde el injusto e imbécil escamoteo de la prime time televisiva para UNA GLORIA NACIONAL (su siguiente trabajo en TVE tras JUNCAL -uno de los records de audiencia del ente público, tal vez de los últimos logrados sin abandonar el respeto a la inteligencia del espectador-), se le ha ido dando de lado y convirtiendo en un creador quasi underground, al tiempo que la difusión que merecían sus tres trabajos más recientes en cine (años 94, 95 y 2008 respectivamente) ha sido cicatera hasta llegar casi a la invisibilidad en el caso del último. Me consta que existe este film porque lo acabo de ver. Porque el empaque de su trabajo de producción, dirección y guión no tienen nada de underground y porque, cuando nuestro ¿país? aún se escribía sin x, 14 FABIAN ROAD habría sido tan acontecimiento para el espectador de a pie como lo habían sido tantas otras obras de nuestro hombre (MI QUERIDA SEÑORITA, EL AMOR DEL CAPITAN BRANDO, EL NIDO, LA HORA BRUJA, SEPTIEMBRE, STICO...). Pero, claro, para eso el espectador debe de saber que existe esa película. La ironía mayor estriba en que el franquismo, con su lógica de Estado, ocultaba mucho peor sus películas non gratas (con VIRIDIANA a la cabeza) que esta EXpaña impostora, irrelevante e imbécil los trabajos que, con su ¿lógica? de Mercado, por ser más intensos que ostentóreos, más reflexivos que demagógicos, más CATEGORIA que anécdota, suponen la auténtica subversión en un desorden cada vez más establecido.

Me congratula saber que las personas más próximas a mi respeto y aprecio sí disfrutarían hasta el último fotograma de esta película. El resto, que se los trague el Diluvio.


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