miércoles, 21 de noviembre de 2007

LA HUMILDAD DEL CREADOR

Hay una calma eléctrica en el corazón de la tormenta.
Trascendentalmente viva
segura y cálida.
Sal, ahora, a buscar la musa.
La plaga está ahí.
Debes elegir.
Tú debes decidir.
Tu mente objeta. Es tuya, es suya, es nuestra, es de ella.
La moral aún nos puede salvar.
La alternativa es la muerte.

En REQUIEM POR BROWN (novela de James Ellroy) el protagonista, un ex/policía alcohólico cuya única conexión fuerte con la Kultur es su afición por la música clásica (romanticismo alemán) y sus charlas con un amigo freak fanático de la SF, sueña este poema. Se despierta angustiado y, tras apuntarlo, está convencido de que no será sino un refrito que su subconsciente ha elaborado con versos ya escritos por autores consagrados. Acaba yendo a una biblioteca pública donde se tira seis horas sin encontrar referentes y acaba aceptando, pero todavía algo escéptico, la autoría. Cuando lo hace, las circunstancias de hiperviolencia justiciera en las que se mueve lo están llevando a un nivel existencial más elevado. Todo va unido. El crea desde sus días y noches vividos, vapuleados, sangrantes. No hay diletantismo ni licencia poética en esas líneas que soñó. Pero no puede asumirse como un creador. Le parece demasiada presunción. Eso es lo entrañable. Tal vez Fritz Brown no vuelva a escribir otro poema en su vida. O lo haga pasado mucho tiempo, tras otro momento traumático de cambio de piel. Pero tampoco en esa ocasión sus palabras serán baldías. Aunque sólo existan para sí mismo. La acción de esta novela transcurre a comienzos de los 80. Hoy Brown lo mismo tendría un blog, sin lectores, sin comentarios, como una caja de seguridad en la que volcarse para monologar. Como una consigna de estación donde albergar lo mejor de sí. Esos rincones de la red son los auténticos tesoros que depara esta suprema banalidad llamada Internet. Que alguien como Fritz Brown escriba su blog en la oscuridad de la multitud. El espejo oscuro frente al que reconocerse (pero siempre a regañadientes) como creador.


6 comentarios:

rubén dijo...

¿Hasta qué punto somos "creadores" de nuestros sueños?

Sin duda el poema era un refrito, como lo es necesariamente todo lo que escribimos, desde la obra del mejor escritor hasta cualquier estúpido comentario a una entrada de blog.

el zurdo dijo...

La grandeza del creador, en el caso del personaje de la entrada, se refiere no a la estricta creación formal sino a la creación desde su propia existencia, a la voluntad de superación frente a la inercia entrópica. La antítesis de este rudo policía tal vez autor (y desde el sueño -en la vigilia no tiene tiempo material para poetizar-) de un solo poema sería, por ejemplo, una Ana Rosa firmando libros escritos por otros o un Arturo Pérez Reverte entrando en la Real Academia por escribir productos (que no creaciones) cuyo único valor es que los lee mucha gente.

Anónimo dijo...

¡Qué curioso! No me pasó desapercibido ese "poema". Sin embargo lo que percibí fueron dos pensamientos contradictorios. Por una parte, un intento de Ellroy por incluir un poema en su obra, un tanteo (no hay que olvidar que estamos en su obra primera que no primeriza)que no debió satisfacer al autor: en ninguno de sus relatos posteriores ( y he leído más que unos cuantos) he encontrado otro (tal vez la cata sea insuficiente). Y en cualquier caso la sensación de que a Ellroy lo de la poesía no se le da. Lo más semejante son sus obras recientes, donde la economía del texto ante sus inmensas longitudes, le obligan a sintetizar las frases, a adoptar un estilo a lo Azorín de frases simples, que parecen versos, y curiosamente opuesto a lo que incluso podría ser poesía en prosa: la más absoluta economía de adjetivos calificativos (Loco por Donna p. ej.)
Y por otra parte, ahí sí, la habilidad del escritor para colarnos un poema perfectamente contextualizado, en cualquier caso, autojustificado el autor, por aquello de que lo sitúa en la mente del protagonista, y no deja de ser sino fruto de lo insconsciente, es decir, lo que define al sueño.

el zurdo dijo...

Esto de acabar poetizando "en prosa" no es infrecuente. Azorín, que has mentado, todo él (salvo sus irritantes comienzos) es poema en prosa.
Ramón Gómez de la Serna, con su greguería, también desarrolla casi toda su obra poetizando en prosa. Yo seguí esa línea en mi novela FE JONES, muy marcada por la prosa y la euforia vanguardista de Ramón.
González Ruano escribe unos cuantos de sus artículos en formato de prosa pero con métrica, de tal manera que al leerlos se crea una sensación intensa de poesía (a la que ayuda, por supuesto, la trama del texto). De aquí también desarrollé un pequeño homenaje en algún momento de LA CANCION DEL AMOR.
En mi megarelectura de Ellroy justo anoche empecé el libro donde empieza a jugar con el estilo, JAZZ BLANCO. Recuerdo que, habituado a la lectura de anteriores títulos, más convencionales de forma, la primera vez que caté esa novela se me hizo difícil pero creo que ahora, en el contexto de un repaso monográfico y ya teniendo en cuenta esto que dices, lo disfrutaré más.
Y, sí, seguramente la presencia de ese poema tenga que ver con lo que dices pero el contexto argumental en que lo sitúa (y que es lo que me encandiló al punto de alumbrar esta entrada) me parece muy hermoso en su fuerte sentido moral.

claroscuro dijo...

Una corrección sobre un olvido. En Sangre en la Luna aparece algún poema: la historia del asesino de mujeres traumatizado desde la adolescencia, cuando escribía sus poemas en una revista del instituto, y además la figura de la poetisa que era la leader de un grupo de muchachas con una "sensibilidad" que escapaba al perfil de la american girl. En este caso es muy interesante cómo el policía-detective intenta comprender la conducta del asesino, de alguna manera se pone en su lugar (empatizando) y analiza cómo ante puntos de partida semejantes en la infancia la vida puede discurrir por cauces opuestos. De este libro, en este caso la humildad del que está del lado de la ley, se hizo película, y precisamente esto que cuento, para mí lo más jugoso y original, atípico en una novela policiaca al uso, no queda plasmado en el film.
Olvidé decir que el punto de vista que expones y explica el título de la entrada, es interesante, y desde luego, no entra en conflicto con lo que hemos seguido comentando.

el zurdo dijo...

Mencioné esa película en mi entrada pegaminesca sobre Ellroy.

http://esnifandopegamin.blogspot.com/
2007/11/james-ellroy.html

Me llama la atención cómo la morbosa relación (psicoanalítico lazo de Moebius) entre policía y villano (éste como "mitad oscura" del primero -concepto que años después explicitaría Stephen King en su novela homónima sobre la relación no menos morbosa entre creador y criatura de ¿ficción?-) que marca de manera muy señalada las narraciones de Ellroy en el 83 y 84 (SANGRE EN LA LUNA y A CAUSA DE LA NOCHE respectivamente), también fuese destacada en esas fechas por el cineasta USA más cercano conceptualmente al novelista Ellroy, Clint Eastwood, en el film EN LA CUERDA FLOJA (su trabajo más oscuro como actor, donde se llega a plantear si policía y villano no serán la misma persona).