viernes, 1 de septiembre de 2023

EL CULTO AL CUERPO COMO METAFORA DEL ODIO AL CUERPO

Todo lo que se pretende sacar del océano para purificarlo de basura artificial y no degradable, por mor de una belleza contrahecha (a caballo entre el gordo flotante Harkonnen de DUNE y el terminator de metal líquido), se anhela como relleno que acabe con la gravidez y las arrugas. BOTULOVE, SILLY CONNIE... Botox para la dermis, corrección política para la materia gris (buscar la coartada definitiva para ser lo más sociopática y autocomplacientemente COOL y ni así se logrará la consumación robótica, el vacío espiritual, el apego impersonal a la poltrona de nuestro presidente Pedro Sánchez, ídolo de las funcionarias eurocráticas y del Deep State por su guapura caracartoniana y su dominio del inglés -traducción pseudogestora, a fin de cuentas en perpetuo piloto automático por mor de coaliciones trileras y cesiones centrífugas de responsabilidad, de esos modelos masculinos basculantes de tantos spots de tv, versiones animadas de la muñeca hinchable: los pucheritos de Arias Navarro a la muerte del Caudillo, su mediocre y perruna fidelidad de administrador/munícipe/enterrador de la finca española, en comparación, están palpitantes de vida, son HISTORIA, esto es, lo contrario de la ANTIUTOPIA-). Un país grávido y con arrugas (bien de arrugas, desde el recién parido al vejestorio terminal) es un país vivo. Lo otro es lo de los mutantes del planeta de los simios, la tersura artificial que enmascara la más estomagante inmundicia (al menos, a su modo, el gordo Harkonnen, en su rechazo de las máscaras, era más honesto en su depravación).







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