domingo, 30 de agosto de 2015

ALTA TENSION



El sueño que he tenido esta madrugada
 (sueño schnitzleriano, fastuosamente intrincado
-por aquello de la drôle de fête, que diría la Hardy-, 
intensamente pródigo en rondas, laberintos y enigmas 
a la par que cristalino por la focalización a que obliga
 el imperativo categórico del deseo Uno,
y sueño con final angustiosamente escamoteado 
-cual deshojamiento de margarita interruptus
- por las consabidas ganas de pipí) 
me lleva a hacerme la siguiente pregunta: 







¿La primera coyunda plena y real (no imaginada ni soñada ni fantaseada en estado de coma o por colocón de pastillas ni tampoco falazmente vivida por asomarse a una realidad paralela) con que marcan su punto de inflexión las series de tv amigas de explotar la tensión sexual de sus protagonistas puede considerarse la versión hetero de las tan cacareadas y jaleadas salidas del armario



 

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