martes, 30 de junio de 2015

BABELOGICA




En los tiempos de apocalichis (esto es, de crisis definitiva de un ciclo -y, por tanto, de comienzo automático de otro nuevo-) es cuando los árboles pierden su hojarasca y dejan mejor ver el bosque de los dilemas últimos. Como, por ejemplo, éste:

Hay quienes se vienen arriba y disfrutan ante el proceso de erección de la torre de Babel: son los llamados PROGRESISTAS.
Hay quienes pretenden atacar dicho proceso desde el primer momento como un pecado de soberbia: son los ENEMIGOS DEL PROGRESO, que con sus quejas jeremíacas o con ocasionales y disfuncionales medidas de sabotaje, dan más ímpetu a los otros para continuar su labor.
Y, finalmente, están los que (a caballo pulgosamente entre Lenin y Venator -quien dice Venator, dice zenmeister-) ven más allá del dedo que señala la situación (o sea, ven la situación en sus consecuencias finales) y, no siendo en absoluto PROGRESISTAS, se alegran de que la torre se continúe levantando porque, cuanto más alta sea la construcción, más traumática e irreversible será su caída y, con ella, el final sin vuelta atrás de la tonterida del fetichismo por el ¿PROGRESO? Ahí me sitúo yo...


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