No me gusta meterme en política, por asuntos que me sería tedioso explicar aquí (los toros, desde el burladero, de acuerdo; es muy fácil gritar y vituperar desde la barrera el resto de faenas -cójase la apalbra por el asta torcida o por la luminosa-, mejor bajar al coso y dar la talla), pero es que noticia como esta que leo de que un grupo de intelectuales y artistas piden a Muñoz Molina que no recoja un premio en Israel me sulfura, aun siendo de temple sosegado.
Vaya por delante que Muñoz Molina no es un autor por el que sienta especial afección pero, digo yo, estos que le coaccionan ¿tienen reparos en reventar concursos -me refiero al patrio que firma, casado con la morsa que roba títulos y no reparte honores, y la desfachatez con la que despachó el escándalo del Ciudad de Burgos-, en recoger ellos los premios suculentos que sufraga Europa -no menos opresora, desde luego, que Israel, acaso más pulcra en lo externo, en apoyar, en el caso de los nortamericanos, a un presidente que irónicamente –y por muy negro que sea- recoge el Nobel de la Paz... total, que quien pide a Muñoz Molina que no vaya a Israel son un puñadito de sepulcros blanqueados...
1 comentario:
Que vaya y se quede allí. Por aburrido.
Pero en el fondo de la cuestión los boicots a países por las actuaciones de sus gobiernos es descacharrante.
Si me dieran un premio en España no podría ir a recogerlo, porque me repugna su gobierno ¿no?
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