Las angustias de los unionistas navarros ante una posible fagocitación por los vasquistas fueron uno de los detonantes clave del 18 de julio. Hoy esa dinámica se ha invertido totalmente con la potenciación de los partidarios de la integración en el País Vasco (súmense abertzales -Bildu, Nafarroa Bai, Agrupaciones Independientes-, PNV, IU... más un PSN nunca destacado por su navarrismo) y la dudosa resistencia de los presuntos representantes del navarrismo (la UPN que rompe con el PP, y un PP navarro que -si no se somete a la línea de bajo perfil ya marcada en el PP vasco por Rajoy/Arriola- correría el mismo destino que pied/noirs marginados como María San Gil o Regina Otaola).
Cada vez que el centralismo español intenta afirmarse, la caga. La cerrilidad que demostró Franco al no posibilitar la digestión de una alianza carlista/peneuvista tras la guerra civil acabaría provocando, en plena crisis de Argelia, de Vietnam, de Cuba, incluso del giro a la izquierda de un peronismo proscrito (bajo la dirección de John William Cooke), el nacimiento de aquello (ETA) que cercenaría su única oportunidad fáctica de perpetuarse (Carrero Blanco). El torpe intento ucedeo de rebajar el rango de las autonomías históricas (vasca, catalana, gallega...) abriendo la caja de los caciquismos y la picaresca pseudocantonal (las autonosuyas en estado puro) con el funesto CAFE PARA TODOS sólo sirvió para debilitar cada vez más, por desafección centrífuga y por egoísmo caciquil, los lazos comunes entre los pueblos de España. La estrategia mafiosa del GAL felipista sólo provocó el descrédito de su presidencia, la primera crisis grave de la formación surgida en Suresnes y la llegada de un sujeto que nadie esperaba alcanzase la Moncloa. Este sujeto, José Mª Aznar, neofranquista en su fondo pero legalista en las formas (a fin de cuentas había sido la denuncia del GAL -el Casas Viejas del postfranquismo- lo que lo había llevado a la jefatura del Gobierno), decide derrotar a ETA con todo el peso de la ley, ilegalizando sus representaciones políticas, movilizando a la población en clave antiterrorista (con un germen de renacimiento de comunidad unionista prácticamente aletargado desde los primeros 80), y busca un consenso parlamentario aprovechando la debilidad del PSOE y la política de pinza de la IU de Anguita (contestada frontalmente por la rama vasca de Javier Madrazo), a lo que añadir (tras el 11S y la declaración de Bush de lucha global contra el terrorismo) la expectativa de recibir ayuda internacional (no hacía mucho que la OTAN había bombardeado Serbia); toda esta batería de medidas encaminadas a acabar con ETA bajo su mandato él mismo se encarga de sabotearlas al mimar el catalanismo desactivando la oposición del PP en esa zona para mejor tratar con Pujol, confiando que éste (como había ocurrido con el Roca de la Operación Reformista o con el Cambó que apoyó el alzamiento del 36) sería más derechista que catalanista, craso error. A lo que añadir su indefensión en su último año y medio frente a unas fuerzas de orden cada vez más permeadas por un ZPSOE que ya andaba en contacto con ETA, justo cuando con la participación en la guerra de Irak ve cada vez más cercana esa ayuda del Big Brother en la cuestión vasca. Y entonces llegó el 11M.
A partir de ahí, Cataluña se dispara hasta el punto de que un País Vasco que hoy iguale la situación de soberanismo y desobediencia al poder central de las camarillas políticas catalanas superaría en competencias a los gobiernos de Ibarretxe. Desde hoy Bildu es factor clave de gobernación en País Vasco y Navarra. El calendario a la anexión de Navarra y después a la segregación y/o libre asociación (matiz sólo discutible por cuestiones económicas y quizás tomando como referente lo que haga Cataluña) está servido.
En una Unión Europea que se hace pedazos, la sede de Bruselas parece ser el débil motivo para que flamencos y valones no consumen de momento la ruptura total. Escocia acentúa sus exigencias secesionistas ante un Britanistán decadente (impensado paralelismo entre la desafección padana y la Italia del sur). Una entidad tan dudosamente legal como Kosovo es elevada de ghetto delincuencial a estado (el sueño de Lucky Luciano para Sicilia) por los mismos USA que Aznar trató de atraer a la lucha contra ETA... Está claro, son malos tiempos para el centralismo.
España se acaba, salvo como eufemismo cleptocrático, patio de Monipodio, escenario de cambalaches caciquiles. En buena medida, los excesos españolistas han llevado a esta situación. Quienes amamos una península unida y diversa, quienes odiamos que nos odien aquellos que sentimos como compatriotas, debemos de pensar en el día después, en la inevitabilidad de la ruptura pero no en que tal ruptura sea irreversible. Mano abierta, pacto de libre adhesión, voluntad de reencuentro, sin prepotencias, sin ínfulas de mayorazgo, sabiendo que, tras el paso de la reivindicación a la institucionalización, toda exaltación remite. Cuando el clímax independentista pase, no más excusas para el odio a una península reunida. España ha muerto, Pensemos en las Españas. Y mucho mejor, en la Unión Ibérica.
En este tiempo, en vez de acumular bilis y revanchas (por otra parte, inviables más allá de la verborrea hostil o del día de furia individual), potenciemos ese corazón medio muerto que es Castilla. Pero no la Castilla del Cid o de la Junta Militar de Burgos, sino la Castilla de Delibes, del señor Cayo, de las protestas comuneras, de Juana la nunca reina... La Castilla más abierta a la delicadeza atlántica que a la ambición/corrupción mediterránea. La Castilla que, como supo ver Celaya, nace de la cornisa cantábrica, incluyendo los vascos, quienes, no por casualidad fueron vanguardia de Castilla cuando no se sintieron humillados por ésta.
Insisto: pensemos en positivo. No en lo que hoy ya no es, salvo como cáscara. Sino en el día después. Y, todavía mejor, en el día siguiente a ese día. EL DIA DEL REENCUENTRO.
lunes, 23 de mayo de 2011
ESPAÑA HA TERMINADO
Publicado por el zurdo a 3:12:00
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1 comentario:
Me gusta mucho tu relación, pero me temo que la conclusión es imposible de conseguir o difícil de asumir: para que una mayoría empiece a tener ese sentimiento será preciso que España esté tan hundida en la miseria que al final la amemos por pena, como en el 98.
No veo el momento de parar la estupidez y la caida en el "peor todavía", es posible que sólo nos reste sentarnos en la entrada de nuestra choza a mirar cómo pasa por delante el final de todo, todo lo hermoso.
salu2
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