lunes, 12 de mayo de 2008

CRÍA FAMA... Y DESCANSA EN PAZ


Nick Drake, cantautor brillante que fue completamente ignorado en vida y no alcanzó la fama hasta unos veinte años después de su presunto suicidio, compuso "Fruit tree", una preciosa, visionaria y melancólica canción sobre los caprichos de la fama póstuma:

Sí, pero el abuelo Jünger siempre lo tuvo mucho más claro: lo que a Drake le provocó largas noches de insomnio y lo sumió en profundas depresiones, al gélido e iluminado autor de "Eumeswill" no le quitó ni un segundo de sueño y apenas le dió para un puñado de certeras reflexiones; entre ellas:

"¿Por qué se quejan tantos de ser menospreciados? Peor aún es lo contrario".

O también:

"La fama póstuma es algo más bien de temer en tiempos en los cuales la gente se vuelve más necia generación tras generación".

Y aún más:

"La fama póstuma tiene para el que la logra la conveniencia de no ser importunado por ella. La fama no depende del tiempo; en este sentido, la duración, la pervivencia de una obra puede servir de prueba de que lo atemporal, como la cola de un cometa que sigue brillando detrás de él, se hace visible durante un rato. El mismo está extinguido".

*Fotografía del cometa Halley tomada en 1910 desde el Lowell Observatory.

4 comentarios:

el zurdo dijo...

Además, no habrá fama póstuma.
El simio rascándose la cocorota tras encontrar cualquier objeto humano en algún yacimiento (la famosa muñeca parlante) o bien unas cecinas de SOYLENT GREEN será todo lo que dejemos a la posteridad.
Si hay algún hilo conductor con el futuro serán minorías iniciadas cada día más soterradas y esotéricas por imperativo de los tiempos y de la degeneración general.
Pretender (sobre todo en estos tiempos que malcorren con trotecillo porcino) aunar fama y fortuna y un cierto perfil cultural crítico es ya imposible para quienes todavía se sientan motivados por este estúpido juego. Entramos en épocas medievalizantes donde sólo habrá héroes y villanos (en el doble sentido de esta palabra) y las zonas grises por donde apetecen moverse los farsantes se estrecharán cada día más.
Es lo bueno de las épocas de crisis, que se clarifica el consomé y se limpia la basura del equívoco.

Xabibenputa dijo...

Hasta en la fama nickdrakesca, sydbarretiana, johnkennedytooliana, vangoghesca y demás etceteras hay un punto de coquetería, de rendición ante el poder del reconocimiento ajeno, junto a esa seriedad por la propia obra.

Puediera ser visto como elejercicio de frivolidad máximo: avalar la propia obra con un deceso trágico.

Solo es un punto de vista, ojo. A mí siempre me ha encantado el romanticismo, también.

Anónimo dijo...

Pienso por ejemplo en las categorías, hay muertes muy poco estéticas, casi ridículas. Y luego los emparedamientos en vida: sin marchante o discográfica que te escuche. A veces, muy pocas veces, se recupera a un maldito. También es cierto que mientras se está vivo, hay un regusto que el maldito disfruta. El muerto...se ha perdido lo mejor de la película.
Mis muertos anticipados preferidos, pues tipo Modigliani o Ian Curtis.

Los ojos sin rostro dijo...

A Zappa también se la traía bastante al pairo el reconocimiento póstumo: "Los que se preocupan acerca de cómo serán recordados son gente como Reagan, Bush..."

Sin embargo, Curtis soñaba con ser una estrella. Drake también. Quizá el suicidio, como apunta Xabi, fuera para él una forma de ceder al ansia de reconocimiento. Pero sólo quizá (a saber lo que le pasaría a Curtis por la cabeza en el momento de atarse la soga).

El reconocimiento es una gilipollez, y el póstumo ya no digamos.