sábado, 1 de abril de 2023

WATERGATE COMO PRELUDIO DE OTRAS FELONIAS (una lectura a la inversa del asunto)

 

Leyendo en su autobiografí­a los planes que tení­a Nixon al comienzo de su segundo mandato para plantear una reorganización en profundidad de la política doméstica al sentirse, por la amplia mayoría conseguida en las elecciones, con un mayor margen de maniobra que le permitiese dedicar menos tiempo a un panorama diplomático que parecía consolidado (con los acuerdos con Hanoi procurando una "paz con honor", las nuevas relaciones con China y las conversaciones de reducción de armamento nuclear con la URSS), pienso que la artificiosa y en buena medida mediática metastatización del Watergate (si comparamos con dinámicas similares y más graves durante las presidencias de Johnson y Kennedy -y medidas con muy diferente rasero por los media y la élite "liberal" que caciqueaba la nomenklatura de Washington-) tiene que ver con el miedo egoísta de que determinados sectores privilegiados por décadas perdieran sus prebendas con las nuevas medidas presidenciales. En tal sentido, considero el Watergate como un arma turbiamente utilizada para matar polí­ticamente a un presidente, y equivalente a la taza de veneno que truncó no menos turbiamente las intenciones auditoras del papa Luciani o al 11M en relación con dar completamente la vuelta a la consumación de la polí­tica antiterrorista de Aznar que se suponí­a Rajoy debería haber continuado de haber heredado la presidencia (quedó claro más de una década después que Rajoy solamente habría continuado esa polí­tica si ésta se le hubiese brindado en 2004 con una victoria aplastante sobre un desconocido ZP y con el rol de Aznar como mentor-o sea, un andador que le ayudase a compensar la falta de coraje que comenzaría a demostrar a partir de mediados de 2008 con su viraje vergonzoso hacia el low profile-). 

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