Colapso entre los 50 y primeros 60 del imperialismo clásico (mayormente francés y británico) que beneficia a China, la URSS, Cuba y al panarabismo egipcio como líderes de la nueva emergencia (pero también, como herederos contrasubversivos de los imperios caídos, a los USA -herencia agridulce si pensamos en Vietnam, que supondrá con la desbandada usaca en el 75 un eco de la crisis de Suez de mediados los 50-, a Israel -a partir sobre todo de la Guerra de los Seis Días, que acabará minando los intentos de expansionismo panarabista de Nasser que recogerán de manera más disfuncional Assad y Gadafi- y a la Sudáfrica del apartheid -en un rol más precario que, en parte, representarían en el ámbito latinoamericano las quirúrgicas militares del pinochetismo chileno y las experiencias argentinas del onganiato y el posterior y no menos inestable Proceso de Reorganización Nacional- y, como híbrido paradójico surgido de la descolonización pero afirmándose como nuevo coach/gurú del capitalismo asiático, a Singapur, maestro en la remodelación económica tanto de la China postmaoista como del Vietnam que se reconstruye tras la guerra pero que también influirá en aggiornar países capitalistas asentados como Japón, Taiwan y Corea del Sur -otra paradoja sería la V República bajo De Gaulle en su ambiguo rol de país europeo ex/imperial que muestra una serie de conductas "anticoloniales" en relación con el incremento de poderío usaco-).
Colapso de la hegemonía usaca entre el 74 y el 81 a partir del Watergate y hasta la llegada de Reagan: incentivará la victoria de Vietnam del Norte, las intervenciones cubano/soviéticas en los últimos restos coloniales (Angola y Mozambique), la caída de Rhodesia a partir del giro ultraizquierdista del gobierno británico previo a la llegada de la Thatcher y el escaso apoyo de una Sudáfrica cada vez más a la defensiva, los choques centroamericanos entre guerrilla y gobierno proUSA (Nicaragua, El Salvador -en parte, también animados por la victoria de los norvietnamitas-), la caída del Sha en Irán, la venida arriba en China de la Banda de los Cuatro a partir del retiro de Chou En Lai y la muerte de Mao (con su coda gore en Camboya con la toma de poder por los Jemeres Rojos), y la escalada terrorista de ETA en la España postfranquista.
Colapso de la URSS a partir del proceso liquidacionista de Gorbachov que acabará consumando Yeltsin: la pinza trilateral de Reagan, Thatcher y el "amigo polaco" (la conjunción polaco/vaticana de Wojtyla y Walesa) se engarzará como un rodillo inapelable sobre las maniobras interiores de la Perestroika y preparará el camino al infausto yeltsinato (que sólo comenzará a mutar hacia intentos de recuperación con la llegada de Primakov y, más tarde, de Putin), el conflicto balcánico (fruto de la orfandad de un arbitraje tras la muerte de Tito y el derrumbe del Big Brother soviético) y, como ominoso presagio de futuras revoluciones de colores, primaveras y maidanes, la ejecución express de los Ceaucescu con la aquiescencia de Moscú.
Colapso de Occidente: el ascenso de China como primera potencia planetaria de facto, la Guerra de Secesión 2.0 iniciada en los USA con la irrupción de Trump y sus choques con el cenagoso Deep State (choques que se han agudizado aún más con su salida de la Casa Blanca y la irregular presidencia de Biden, rehén de los aspectos más bizarramente ostentóreos de lo políticamente correcto y de los intereses sorosianos, incoherente en su política en Afganistan y Pakistan -retirándose y dejando campo libre a los talibanes y promoviendo en el vecino país un golpe ¿blando? con ecos hondureños para sabotear la incipiente buena sintonía indo/pakistaní propiciada por el eje Pekin/Moscú- e impotente para intervenir de manera positiva en la presente crisis en la Europa extremooriental, provocada, en última instancia, por el expansionismo de la OTAN y los persistentes y torpes intentos de rebajar a Putin al nivel de un Saddam o un Gadafi y de reemplazarlo -espejismo imposible- por un nuevo Yeltsin-), guerra de Secesión extendida a Europa con la clara desobediencia de Orban respecto a las directrices rusófobas occidentales y el quintacolumnismo creciente en apoyo de las políticas del líder húngaro tanto en países de la Europa occidental como en Serbia, Moldavia, Chequía, Eslovaquia, quintacolumnismo que desbordará con seguridad los diques impuestos por la UE (Macron rima con tapón) en cuanto se reafirme la posición de Moscú en el actual conflicto y, como primera consecuencia de dicha reafirmación, el rango de China como primera superpotencia resulte ya incuestionable.
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