sábado, 3 de marzo de 2012

EL LIMITE

Jubilado de la opinión, sea. Jubilado de la anécdota tertuliana, sea. Jubilado de la puyita feisbookera (salvo algún -cada vez más- aislado desahogo visceral al sentir mi inteligencia y mi h-o-n-o-r -ese concepto tan alien y anómalo hoy en día- frontalmente agredidos), sea. De vuelta de las mil vueltas (estériles por quijotescas) de combatir a favor de galeotes que acaban revolviéndose contra quien pretendía defenderlos, sea. Procurando la discreción. Procurando la prudencia. Intentando vivir el cuarto final de la vida sin autoinmolaciones gratuitas. Todo ello sea. Pero... eso sí, nunca abyecto ni cómplice de la canallería vigente. Siempre inasequible al silencio cuando el milagro de un justo o de una justa se muestra ante mí señalando honestamente, objetivamente, con justicia (sin débitos a terminal alguna, sin vender ninguna moto, sin sesgar el discurso con parcialidades propagandísticas), que EL REY VA DESNUDO. Félix Rodrigo y Prado Esteban, con su discurso justo, con su palabra justa (y por tanto sustancialmente incorrecta en tiempos encanallados y terminales -necesitados de un De Profundis para redimirse: un De Profundis en que la necesidad redima frente al capricho, en que lo esencial prime y rija sobre lo irrelevante, en que el buen sentido no recule ante el sinsentido...-), hacen más llevadera esta Sodoma (que casa fonética y conceptualmente con Roma, la guarida arquetípica de la Gran Bestia que puso en evidencia una y otra vez la última santa de nuestro tiempo, Simone Weil), este peplum (no es casual que Félix como Prado como su común troquel weiliano tengan tanta querencia por el Medievo, antimateria del peplum), este cul de sac en que lo humano se vuelve pura y dura metástasis y donde el único destino noble es el de esa ínfima minoría de células cancerosas que nos rebelamos contra nuestro karma patógeno y preferimos ser vacuna y antídoto a persistir por la pendiente destructiva y venenosa. Siempre que perciba milagros de realidad y naturaleza y armonía y sentido BUENO que planten cara (pese a lo desproporcionado de la lid) a las enormidades sofísticas, demagógicas, plutólatras, irresponsables, caprichosas, chantajistas, teratocráticas, en una palabra... siempre, siempre, daré testimonio de tales milagros, aunque con ello pueda poner en riesgo una cierta perspectiva de tranquilidad y confort para los últimos años. Claro que ahora ya no sería quijotería estéril, sino INTELIGENCIA, DECENCIA, H-O-N-O-R (sinónimo siempre -como lo que defienden Prado y Félix- de FECUNDIDAD -esto es, lo contrario de la metástasis, de la erección babélica, de la burbuja indefectiblemente cortoplacista-). Y es que el límite entre la discreción y la abyección es nítido y perfectamente RESPETABLE para quienes (tan pocos, por desgracia) lo sabemos percibir.

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