martes, 1 de septiembre de 2020

PARUSIAS, CATARSIS, TRASCENDENCIAS (vuelve el Zurdo en todo su esplendor hermenéutico...)

 

 

            consideraciones a partir de la lectura de  EVOLUCION CONSERVADORA Y CONSERVACION REVOLUCIONARIA: POLITICA Y MEMORIA EN WALTER BENJAMIN de Juan Mayorga



-Bueno, ya estamos en plena Parusía. Los últimos ya son los primeros.

-Claro, y los enanos se crecen, como en Ruanda...

-Los olvidados hoy son quienes detentan la Memoria.

-"Su" memoria...

-Por fin salen en la foto quienes no salían.

-Y los que dejaron de salir ya rumian el balcánico "arrieritos somos" hasta la próxima catarsis. Y vuelta a empezar...

-Pero fue bonito mientras duró...

-¿De veras? 

-Perdonad que sea tercero en discordia pero ¿no podrá superarse nunca este falso dilema entre Benjamin y Schmitt, entre parusías y catarsis? Vale, ahora los dos a coro, me saldreis con "YA ESTA EL JÜNGERIANO CON SUS PETENERAS...".



Las buenas intenciones de Benjamin empedrarán infiernos en el plano real (el "fue bonito" de todo lo fallido -porque una revolución triunfante siempre será sospechosa para el benjaminiano en tanto que ordena y construye-). Otro hombre bueno, el almirante Carrero Blanco, más cercano a las catarsis schmittianas, prefirió unir la bonhomía a lo funcional, templando las ferocidades y cobardías de su jefe, modelando sus decisiones con voluntad de continuar la obra de quien, sin tal templanza, autosabotearía dicha continuidad con sus últimos errores feroces (fusilamientos del 75, espléndido boomerang para sus enemigos) y cobardes (retirada del Sahara, que dejaría, en singular paradoja pocas veces vista en la Historia, al insurgente huérfano del colonizador). Finalmente, el anarca Suárez, trascendiendo falsos dilemas, conciliaría reforma y ruptura (ese momento mágico de la seducción de Carrillo, de la recuperación de Tarradellas, de las veladas maratonianas de Abril y Guerra urdiendo un consenso que evitase demagogias cainitas, momento posible tras el harakiri de las viejas Cortes por el gesto del tecnócrata Miguel Primo de Rivera y su tía Pilar, la hermana del Ausente, siempre plegada al zeitgeist de turno). Pero quien puso al Anarca (celoso de que se creyese más estadista que camarero) lo descabalgó con malas artes corrompiendo todo lo bueno de aquel momento en el totum revolutum (bunkerianos posibilistas, comunistas ambiciosos de chaqueta fácil de cambiar, sociatas mossadianos...) que Tejero, en ese nanosegundo de grandeza y honor, se negó a aceptar derrumbando el tinglado. Luego la realidad se encargaría de remodelar el sinsentido por mor de cinismo y corrupción inteligente y, aunque perdida la inocencia de tomarse por un instante la Democracia en serio, habría un cierto encauzamiento en aquel híbrido de fondo incipientemente neoliberal bajo formas priístas (el aprecio de Thatcher por Felipe -sólo superado por su ulterior madrinazgo de Gorbie- es buena "prueba del algodón") que en la siguiente década Argentina malcopiaría en la convulsa ilusión de prosperidad que ¿acaudilló? Carlos Menem bajo el $igno del dólar.


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