Desde mi perspectiva de abstencionista (que no equidistante) capaz de distinguir y valorar el impulso de gestión frente a la tolerancia low profile ante la disfuncionalidad, en el plazo medio me congratulo de que se actúe más allá de la performance tabarnesa con respecto a las patologías del Nordeste y, de paso, que pueda contribuirse con ello a la remisión de otras estériles sobreactuaciones peninsulares. Borrell (el único nombre que, en su breve momento de timón, me hizo pensar -¡a mí, quién lo iba a decir!- en votar al PSOE) y la moción badalonesa parecen elementos más contundentes como aviso a navegantes que ese 155 (en modo masaje tailandés) con que el amebiano Mariano ha ¿castigado? a Cataluña. Tendría gracia que desde su nanominoría el PSOE empiece a macronizar, quitándole el rol que los hados UEuropeos pensaban otorgar a Rivera y sus huestes de la sita Pepis. Un PSOE apoyado por ciento y la madre (que, a su vez, se engreñan por contrapuestos intereses y donde, al final, sólo contará la áurea tutoría del PNV y una posible gravitación/fractura del pragmatismo errejonita versus megalómanos buscones y sociópatas monederos -Soraya, sacudida, agitada y meneada cual Martini de James Bond en las garras acosadoras de ese siniestro híbrido de Goebbels y Brecht, aquellos compis dramatúrgicos de juventud bohemia que el destino más tarde separaría-) y contestado (pero menos: ahí Badalona y el devenir moebiano de los presupuestos) por una oposición aún en shock por la pérdida de la peana (PP) y/o de las expectativas de alzarse con ella (Cs). Si pronostiqué agorero desde el minuto cero la toxicidad del limbo low profile de Rajoy con su mayoría absoluta en sordina toleradora de desmanes, recibo con la esperanza de la paradoja esta incógnita de un Sánchez en minoría pero deseoso de dejar huella (nada de perfiles bajos) y ya de vuelta de veleidades irresponsables (esa pedagogía rollercoaster del sube y baja y vuelta a subir en su partido tras las tonteridas bipolares de 2016 -recordatorio apriorístico de que, si se pasa uno de "revoluciones", siempre asomará un Rubalcaba o similar segándote el subidón mesiánico/inepto bajo tus pies-). El mundo no está para teatriyos: tal vez este punto de inflexión (basculando entre un 14 de marzo de 2004 -por aquello de la sorpresa, para mal- y un 1 de julio de 1976 -por aquello de la sorpresa, para bien-) suponga el reencuentro de esta piel de vaca loca con la realidad y el abandono de un reality que ya cansa, la verdad.
martes, 5 de junio de 2018
¿ATISBOS DE FUNCIONALIDAD?
Publicado por el zurdo a 12:11:00
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario