Retazos contra la mentira
(...)
—¿Qué opina de la perfopoesía?—Que se queda en perfo. Ahora hay mucha poesía de cantautores, estilo Marwan, que es la misma que todos escribíamos con quince años a nuestras novias del instituto. Vivimos en un país de mentira.
Entrevista a Javier Sánchez Menéndez en Diario de Sevilla
Obra de Ubé |
Críticos que alaban a un poeta (televisivo en este caso) porque "su poesía se entiende". Arte y poesía entendible. Se entiende que entendible por la masa popular. Estos son los supremos valores de esta civilización posposposmoderna. Pobrecitos Huidobro, Vallejo, César Moro, Paul Eluard, Artaud... no pasarían ni el casting.
José Manuel Ubé y González por la madre, en su Facebook
Pobrecito Belcebú
eres cándido como una flor
piensas que no hay nadie como tú
y hay muchísimos que son peor
Pobrecito Satanás -Vainica Doble
Nadie está en posesión de una verdad universal, porque entre otras cosas, hay gente pá tó, que decía el torero, y eso del panteísmo ideológico inquisidor multipolar que quiere recortar lo que sobra de una sitio y añadirlo a lo que supuestamente falta es un ciclo corrupto que de puro rápido es lampedussiano. Lo que le pasa a esta lucha pamplinesca del y tú más, —volviendo a las Vainica 2 españoles, 3 opiniones— es que uno, libre de polvo y paja, llega a la conclusión que todo es humo, pavesas al viento, energía que se disipa por la boca y por el culo a base de cuescos mentales y halitosis hueca, pero hedionda. La necesidad imperativa de ciertos sectores de acercar el arte a las masas, limando aristas no con fresas, sino con martillos pilones, añadiendo un poco de azúcar a esa píldora que nos dan, consigue que a fuerza de aguar ese vino del espíritu que es la cultura, se acabe ofreciendo droga intelectual tan cortada que consigue, en vez de chispeantes chiribitas de placer en el cerebro, encefalogramas planos con atisbos de una profundidad tan somera que cualquiera diría que está a ras de suelo. Plano, como la Tierra Plana de los conspiranoicos del geoide.
Refería una vez Carandell que la cultura popular no gusta al pueblo. Como debe ser, cabría añadir. La denominada cultura popular es popular entre los que gustan —gustamos— de referencias más elaboradas. La auténtica cultura del pueblo es la de las tradiciones, y a esa sí que le da fuerte la postmodernidad. El futuro ha pillado al atávico pasado desprevenido y lo ha destruido casi por completo. Lo que quieren ahora es crear una nueva cultura para todos, convirtiendo lo —aparentemente— simple de las formas de expresarse de las personas sencillas en simplismo bañado de postverdad. Quieren que el pueblo llano, sea plano, que podría parecer lo mismo, pero no lo es. Los frentes son muchos, demasiado para intentar erradicarlos. La invasión del plato cuadrado, las corrientes homogeneizantes del buenrrollismo, el frentismo y la irrealidad. Si a la artesanía lo llaman arte popular, los artesanos, honrados trabajadores manuales se han visto sustituidos en esto del "arte popular" por mercachifles, por "artistas", cuando lo popular no está jamás hecho por artistas, sino por los oficios liberales. Los artesanos vivían de lo que ofrecían, o sea, funcionalidad, a la que añadían un extra de cosa bonita, duradera y resistente. Ahora, en tiempos de obsolescencia programada, los popes de lo último, intentan sustentar un andamiaje cultural sobre lo efímero, o lo que es aún peor, sobre la nada. Las modas son más dictatoriales que nunca han sido, no por nada, sino por la rápida propagación vírica de la información.
Utilizar los vehículos del entertaiment para sacar a relucir movidas minoritarias, presuntamente cultas, es una técnica que en literatura se viene empleando desde que el mundo es mundo, pero que a partir de s. XIX, y sobre todo a partir de la mitad del s. XX, con la aparición del autor de bestseller profesional ha derivado es que cualquiera escribe un libro a día de hoy. Ellos o sus pobres negros. Pero al menos en el negro hay un oficio. Ahora se bastardiza el DIY (Hazlo tú mismo) con el ECDI (Cualquiera lo puede hacer... me lo acabo de inventar). Y los que relucen más y mejor en la mediocridad son efectivamente, los mediocres, los que saben mejor vender "el amoto". Los buenos tienen la coherencia del genio —y su excentricidad—, y los malos... los malos tienen una ilusión y unas ganas por hacer lo que hacen —he ahí el friki del que se aprovechan— fuera todo duda. Los mediocres, que solventan la papeleta eficazmente, de forma pinturera, y se lo llevan calentito en programas prime time, suplementos dominicales siendo influencers en Instagram o personal shoppers de famosos de neuronas contadas. . De ellos es el hoy. Mañana no sabemos si habrá —para ellos, claro—.
Y mientras nosotros, quien más y quien menos, queridos seres luminares, buscamos nuestra Kadath oteando el horizonte entre sueños, esperando el milagro del Apocalipsis o ¿por qué no? el reconfortante ulular de los insectos en el desierto.
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