a Beatriz, que me enseñó el arte del nanocuento
-Oh, Señor, ¿por qué a mí?
Preguntó la rata Job en el laberinto. Y el Señor, ajustándose las lentes de montura plateada y componiéndose con un punto de coquetería la bata blanca, le respondió con torrencial jovialidad (que viene de Jove, todo sea dicho):
-Nos ha jodío, porque un día de éstos me dan el Nobel. Vamos, ratita, tú a lo tuyo. Verás como superas también esta prueba...
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