No sigo los debates. Ocasionalmente un reojo a los comentarios de los mismos en alguna teletertulia, que me los acaba de empequeñecer. Y no digamos esos inmerecidos furores (uterinos o no) con que son tratados en FB.
Reconozco, sí, esa constatación constante, empezando por lo físico, del tongo general donde la atocinada belleza de Soraya (actuando como escudo humano de la ausencia mayestática -mayestática en tanto que ausencia- de su jefe, el interino y habsbúrgico Rajoy) es casi lo único que me inspira una cierta ternura en su impostada lidia contra el tedioso caracartonismo de Sánchez (ideal presentador de una Teletienda en que se incitase a las gentes a desprogramarse del consumismo por mor de la sosería de quien vende la moto), el mesianismo hidrocéfalo de Iglesias (cada vez más encanijado e histriónico en su megalomanía liliputiense, como un Michael J. Fox jugando a Cristo de Pasolini) y el aire de consorte de Barbie de Rivera (quien siempre aparecerá a mis ojos con la asexuada desnudez -todo consorte de Barbie es asexuado en su desnudez- de su primera campaña electoral y dejándome la impresión de que "no será tan grave lo que pasa en Cataluña" cuando las desmesuras independentistas se denuncian de aquesta guisa tan frívola). Cabe añadir al ausente de esos debates, al doncel Garzón, clónico en morenito de Juan Carlos Naya, y a quien uno no imaginaría al frente de las siglas que encabeza sino como partner/víctima de Vicente Parra en alguna cinta truculenta de Eloy de la Iglesia (ocupando el lugar de un Tony Isbert o un Eusebio Poncela -ahora que lo pienso, don Eloy no haría ascos al eterno joven Rivera si nos atenemos a esos comienzos nudistas antes mentados, aunque dudo lo aprobase como caudillo político, lo mismo que a Garzón-).
Hay algo como de MELROSE PLACE en esa estilización efebócrata de nuestros presuntos líderes, sólo contrastada por la fealdad esperpéntica de otros nombres, como sacados de una conjunción de Xavier Sardá + MONDO BRUTTO en su común afán de bizarrerías, y en los que lucen primorosos, aparte algunos nombres del actual gabinete, los teratogénicos Oriol Junqueras, Iñigo Errejón (éste como sacado de una cinta de Troma -empollón de laboratorio a punto de crear una nueva raza de Zapateros mutantes y mu tontos-) o la inefable Ada (sin h) Colau (como secuela supervitaminada e hiponeuronada -lo de hipo en su doble sentido de carencia de luces y de hechuras percheronas- de una Dolores Ibarruri en los años de la República).
Todo es irreal. Como si tras las bambalinas moviese los hilos un guionista desahuciado de GH con ínfulas de Santiago Segura o Joaquín Reyes. Kang y Kodos, camuflados de Clinton y Dole, daban una mayor sensación de conflicto real, de dilema incitador de penetraciones en las urnas. Y fuera de EXpaña vemos cómo una Marine Le Pen, un Vladimir Putin, una Merkel, una Hillary, hasta ese terminal emperador romano llamado Obama o el grotesco Poroshenko, existen y deciden y mueven pasiones a favor o en contra que sabemos trascienden la mera ficción. Aquí preferimos autoengañarnos y dar pábulo de realidad a lo que hace ya más de una década (concretamente, desde cierto 11 de marzo) no es sino un siniestro desfile de hologramas. Tiene todo el sentido que el reciente anfitrión de prohombres, el señorito Osborne, sea preferido a sus invitados en los sondeos presidenciales (desde luego, da mejor en las entrevistas).
miércoles, 9 de diciembre de 2015
HOLOGRAMAS (TAN PLASTICOS COMO PLASTAS)
Publicado por el zurdo a 19:32:00
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