(a don Pedro Muñoz Seca, a quien, de seguro, le habría encantado sacar punta a estos asuntos)
Don Ernesto Borgoñón (ahora, doña Ernestina, por trámite burocrático) estaba cada día más frustrado (en el hogar con su señora, en el trabajo con sus subalternas, en la calle con las jovenzanas en general) porque, a su conducta prehomínida, a sus arranques violentos cuando le daba el calentón, a sus vociferaciones cuando se le contradecía, a sus miradas furibundas (esas miradas tan suyas) de autoafirmación testosterónica, las hembras ya no respondían sumisas sino remisas e incluso omisas. Y venga a sacar la matraca del empoderamiento, del ME TOO, de un tal Weinstein, del heteropatriarcado y de la condición femenina...
De súbito, se topó en el DAILY GOOGLE con un artículo de una catedrática de los derechos de la post/mujer (que antes de catedrática había sido estibador y que seguía con el mismo aspecto de antes, incluso más agreste, para dejar clara su postura de "AHORA SOY MUJER PORQUE LO DIGO YO Y ME SALE DE LOS MISMISIMOS... entresijos anímicos"). Ni cirugías ni test psicológicos ni siquiera rollo travelo ni una sombra de ojos ni un toque de rouge ni de pintarse los morros: mero trámite burocrático para renacer como MUJER LESBIANA TIRANDO A TOMBOY. No más cambio que unas palabras en un papel.
Don Ernesto (ahora Ernestina) volvió radiante de gestionar con la autoridad competente su nueva identidad: su esposa quedó anonadada cuando le explicó la cosa y la pobre señora, entre el tira y afloja de su sentido común versus el miedo a ser acusada de transfóbica, de incorrecta o de TERF, acabó por perder la chaveta, declarándose molusco bivalvo (por aquello de la cosa hermafrodita y por ir más lejos que su marido: qué diantres, si él se choteaba de los sexos ¿por qué no hacer lo mismo con las especies?), y acabaron internándola en un criadero de ostras donde se hizo íntima de una roca de la que nunca se despegaba ("es tan dura como mi marido pero mucho más estable de temperamento"). En cuanto a las subalternas del trabajo y las jovenzanas en general, dándose la vuelta como un calcetín (por aquello de "a correctas y transmodelnas no nos gana nadie"), dejaron lo remiso y lo omiso y se espatarraron en total sumisión a los caprichos de esta "hermana de género" con trazas de mala bestia. A la mierda el empoderamiento, el ME TOO, aquellas consideraciones paranoides del piropo como preludio inexcusable de agresión sexual, las menciones al tal Weinstein, etc, etc. BONDAGE CON GUSTO NO PICA. BONDAGE y VENDAJE: porque el sexo hiperduro que gustaba de practicar la flamante Ernestina Borgoñona las dejaba baldadas para los restos. Baldadas pero, eso sí, contentas de que jamás nadie las tildaría de transfóbicas, de incorrectas o de TERF...
imagen: ERNESTINA en todo su esplendor feminopiteco
foto cortesía del blogzine POSTMUJERES A POSTA: 12 de cada 5 influencers lo recomiendan