Hubo un tiempo en que la ocupación y la preocupación iban de la mano. La ocupación no era un fin en sí misma sino que, desde la PREOCUPACION, se enlazaba con Algo que la trascendía. Entonces, cada cual a su manera, desde la modestia que implica la ORGANICIDAD, todo el mundo construía catedrales. Todos, hasta los más poderosos, se sabían AL SERVICIO DE UN PODER SUPERIOR.
Poco a poco, siguiendo la torva senda descendente que Emmanuel Todd señala desembocando en la MORALIDAD CERO, ocupación y preocupación se vuelven conceptos ajenos. La ocupación deviene un fin en sí misma y la preocupación desaparece por carencia de nada que la trascienda (vacuidad ufana, gaya, que acaba en vacío autómata, TRANS, COOL, falsamente egocéntrico, porque perdida completamente la propia identidad por desconexión con el SUPEREGO que la trascendía, la propia noción de EGO no es sino una palabra hueca, desprovista de sentido). Las catedrales se derriban o se profanan. Sólo quedan los currículos. La modestia de las comunidades ORGANICAS se va empequeñeciendo al ínfimo rango del "orgullo" de los individuos atomizados. La Obra Común se deconstruye en competencia de incompetentes. La pulsión religiosa o filosófica o de investigación científica responsable (no renegando de su impronta alquímica), la atracción por el Misterio para asumirlo (no para despanzurrarlo), se disuelve en estrategias de mercadotecnia. La humanosfera se vuelve un inmenso y burdo burdel.
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