domingo, 9 de mayo de 2021

Miniatura del Día de la Victoria






Desde hace años, cuando realmente empecé a interesarme por la URSS más allá de su bella iconografía, entre austera y barroca, y su cinematografía, me gusta recordar este día.

Hoy, una palabra tan manoseada por unos y vilipendiada por otros —antifascista— adquiere la importancia que se merece. La letal máquina de guerra nazi —y sus sacamantequismos en retaguardia— fue detenida por un pueblo que sufría en su tierra los azotes de los panzer y las bombas de la Luftwaffe. Pero todos los soviéticos, con una determinación de hierro hicieron posible un esfuerzo tan épico como irrepetible. Volvieron a hacer la estrategia de tierra quemada, con lo que conlleva tal política defensiva. Territorios arrasados por el enemigo, o por ellos mismos, para que los alemanes no tuviesen suministros locales.

Wilhelm Keitel
26 millones de muertos dicen las últimas cifras. Ninguna otra nación sufrió tanto la ocupación nazi. Y es en este día, 9 de Mayo, cuando los alemanes racapitulan en Berlín ante las tropas soviéticas cuando se celebra el Día de la Victoria. Un día después que la de los otros aliados, que ponen de referencia cuando se firma el Acta de Rendición ante Ike, el Comandante Supremo Aliado en Europa, en la Francia recién liberada. Este desfase se debe a que la hora de Moscú cuando Wilhelm Keitel firmó la rendición incondicional de la Wehrmacht ante el Mariscal del Ejército Rojo Gueorgui Zhúkov, eran técnicamente las 12 y pico de la noche.

La Toma de Berlín
Cuando los aliados occidentales nos cuentan la película ingleses y americanos siempre salen como vencedores y liberadores. Esto no deja de ser cierto, ojo, pero nunca que acuerdan de los soviéticos, borrados de la faz de la tierra por ser los enemigos en la Guerra Fría y el gran colapso de las URSS a principios de los 90 (el fin de la historia, según los neoliberales americanos, con el triunfo del capitalismo). Nadie duda del sufrimiento de los pueblos conquistados, de las barrabasadas que hicieron los nazis en ellos, ni de la determinación de los ejércitos aliados, pero como vengo diciendo la URSS se llevó una de las peores partes de guerras y matanzas, quizá porque fue menos dócil que otros países y también que era tan grande que le dio tiempo a reaccionar, aún con el coste en vidas y recursos. El papel de Stalin en la guerra al principio fue de estupefacción y silencio. Realmente creía que los alemanes no se atreverían. Durante este limbo de semanas, los generales del inexperto Ejército Rojo, tomaron las medidas necesarias y cuando el padrecito salió de su breve letargo se diseñaron las estrategias de la defensa. Todo lo cuento como si fuese una fábula, y me van a perdonar mi poco rigor pormenorizado, pero es lo que tienen las epopeyas de la gran épica.

Desfile actual en la Rusia de hoy

Antifascista de verdad, la gran Guerra Patria liberó a la nación de naciones y también a Europa de la malvada caterva nacionalsocialista. Así que esos que por poner 3 tuits o ir a manifestaciones teatreras que se callen ya la boca. Bien es verdad que en España, y con justicia, se podría llamar antifascista a un bando de la Guerra Civil. Eso también es indudable, pudiéndose matizar lo que se quiera, mas esa izquierda se parece a la hoy día solo en la fragmentación que sufre. Que se eche mano torticeramente a esos muertos que luchaban por un ideal —cada uno por el que fuese— o sencillamente para defender su casa por unos “valores democráticos” tan actuales y tan alejados de la realidad de los años 30 es chirriante. Lo digo sin ningún reparo. Mi abuelo fue represaliado duramente, pero no tanto como para matarlo, como otras muchas personas. Sin lugar a dudas, mis simpatías por aquel entonces —que hubiesen sido por mi natural inclinación y por el contexto histórico de mi pueblo— habría estado por la parte más ácrata del espectro. Esos que jamás ganaron nada, ni siquiera en democracia. Conviene recordar que este sentir era muy mayoritario en  las clases bajas y en algunas medias (hablo de mi entorno) por aquel entonces y que se unieron a ese frente antifascista empezada la guerra, nunca antes, pues la República, idealizada  a día de hoy como zénit de la libertad, represalió enormemente a estos grupos tantos con gobiernos de izquierda y derechas. Y a día de hoy los papanatas incluyen esa lucha y esa utopía como logros de la democracia.

Aquí la cosa va un poco así a día de hoy...

Pero es efectivamente la Guerra Civil una placa de Petri bélica, la avanzadilla de lo que sería la II Guerra Mundial y de naturaleza antifascista, pues era lo que tenía en frente el bando republicano. Y con sus muchos fallos, desorganizaciones y malentendidos internos, puede denominarse así. Pero lo de hoy ya huele peor, los antifascistas de ahora pagados por los mismos dineros que los reaccionarios. Como dijo una vez el maese Zurdo, era como si a la Pasionaria y a José Antonio los hubieran mantenido la misma persona, cosa impensable en esas coordenadas de la historia. Ahora me gustaría ver cómo mirarían esos que lucharon por el reparto de la tierra, por la educación de las masas y la justicia social, las imposiciones de esos que se llaman sus legítimos herederos, mareando la perdiz con idioteces tan supremas harán agitarse en la tumba, en la cuneta, a más de uno. Como decía Anónimo García de Homo Velamine el otro día: “Cuando vuelvan a primar las medidas económicas a las identitariopopulistas igual vuelvo a la izquierda. De momento soy ateo político”. ¿Cuantos huérfanos de más o menos izquierda —con los matices que queramos dar a cada uno— habremos en España? No lo sé, por eso me gusta recordar la historia pasada y el Día de la Victoria, cuando los choques ideológicos y civilizatorios eran claros. Ante el frentismo español actual de rememoración facilona por un lado y anticomunismo ramplón y visceral por otro, me quedo con esa memoria rusa. Nadie en Rusia, nadie,  duda un momento en celebrar la fiesta de hoy. El comunismo quedó atrás en ese país, pero sería de malnacidos no recordar a los muertos y a los héroes que se enfrentaron a la Alemania Nazi y la vencieron. Sin doblez. Es quizá una diferencia de civilización. O también que quizás aquí lo de hermano contra hermano nos dejó tontos, y esas heridas a las que se echa sal en vez de ungüentos sanadores, nunca se cerrarán.

La Nati con la Memoria.
Aquí con el traje del Ejército Rojo.


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