martes, 24 de diciembre de 2013

Navidades Luminares


Gironoel: Concepto inventado por el Zurdo.

lunes, 4 de noviembre de 2013

UN SUEÑO TORRENCIAL

Anoche tuve la peregrina idea de verme por A3 la cuarta entrega de TORRENTE (mayormente por tomar el pulso a la saga y porque parecía lo más atractivo de la parrilla -lo cualo dice bastante del nivelazo de la parrilla-). Si TORRENTE 2 (la entrega marbellí) me había parecido ya bastante más floja en cuanto a carisma y ocurrencias que EL BRAZO TONTO DE LA LEY (algo que pude confirmar puesto que esta última la repusieron justo después), TORRENTE 4 gana en sordidez (esa burda parodia barojiana con el protagonista rebuscando entre basuras y en los comedores de sopa boba) y en cameos en proporción directa a su pérdida de chispa argumental.

La cosa es que la doble dosis de TORRENTE y la copiosa fuente de pasta marinera ingerida poco antes me indujeron a soñar una nueva entrega, al hilo de las actuales exigencias por parte de algunos sectores de desempolvar a viejos pitbulls del aparato represivo franquista y aplicarles juicios a lo Nuremberg. El nuevo proyecto se titularía TORRENTE 5: POR LA HAYA TE LA INKO y sería el más ambicioso en medios y localizaciones: nuestro héroe, justo cuando empieza a levantar cabeza como asesor de seguridad de una cutre inmobiliaria de la costa levantina, es acusado por el implacable juez Grullón (Alfonso Arús con veta plateada a lo Little Pony y/o la mofeta amorosa) y huye de EXpaña. La persecución en plan vuelta al mundo en ochenta días (con ecos de algunas entregas de la Pantera Rosa en cuanto a diorama cosmopolita) lleva al obeso guardián de la ley antigua a las más variopintas latitudes. Así, en Tailandia su sagrado orto es hollado por un diminuto y juncal ladyboy que el ingenuo Torrente confunde con una top model local y que no solamente lo empala con su letal aguijón sino que le deja seco de la droga que la tarde anterior había trapicheado con el jefe máximo del triángulo dorado, el anciano general Jo Pe Lin (Tony Leblanc caracterizado de Fumanchú imitando a un Joel Grey disfrazado de Chiang Kai Chek); como colofón de su postal indochina, una pitón intenta devorarlo pero, obviamente, se produce el atasco lo que da pie a un cameo de Frank Cuesta en plan herpetólogo/plomero para remediar el desaguisado (los transtornos digestivos del gigantesco ofidio y la tensión no menos gástrica de su presa a medio digerir darán pie a una orgía de gags escatológicos en los que tanto la bicha como Torrente dejan al intrépido Frank cubierto de mierda -"YA ME HAN CAGAO, OSTIAS, PERO ¿POR QUE SIEMPRE TODOS ME CAGAAAAAN?"-). En Baden Baden, en una cumbre de Servicios Secretos Internacionales, Torrente aterriza cual elefante en cacharrería (muy a lo Leslie Nielsen en cumbres de alto copete) y, entre otras hazañas, derrama su cubata en una repisa que no es tal, sino la quelónida espalda de la mismísima Angela Merkel; cuando está a punto de ser fosfatinizado por los guardaespaldas (nunca mejor dicho) de la premier, una atractiva agente (guiño a la Elke Sommer de EL PREMIO y encarnada por Inka Martí -guiño, esta vez, al INKO del título-) lo rescata y se lo lleva a su apartamento, lleno de memorabilia de su abuelo, que fue SS instructor de españolitos de la División Azul (por supuesto, Torrente se viene arriba, fantasea con una genealogía pata negra -pero que muy negra- de superpatriotas combatientes contra el comunismo y la masonería hasta autoconvencerse de que el encuentro en Hendaya Hitler no lo tuvo con el Caudillo sino con un tío abuelo suyo, el alférez provisional Ciríaco Torrente Cambroneras AKA La Bestia de los Carabancheles): al final, resulta que la rubia es una sicaria del juez Grullón para sonsacar a nuestro héroe y que él mismo se ponga la soga al cuello con sus fanfarronerías. Pero, providencialmente, la voz de la sangre (lo del abuelo SS era cierto) puede sobre sus servicios a Grullón y queda prendada de Torrente (al que exige más y más batallitas de la División Azul como Jamie Lee Curtis exigía a sus amantes don de lenguas en UN PEZ LLAMADO WANDA). Habría también escenas en Bruselas y Estrasburgo, para culminar en La Haya (en el Parlamento Europeo, Torrente se calienta contestando a su némesis Grullón y logra el apoyo de varios grupos ultranacionalistas de países del Este que forman un cordón defensivo en torno suyo y lo sacan de la asamblea a hombros aclamándolo como su nuevo líder pero nuestro hombre intenta zafarse porque en el tumulto lo alejan de su rubia favorita). A medida que se acercan a La Haya, el delirio de Torrente se exacerba y, al ver los molinos holandeses, se ve a sí mismo como un nuevo y orondo Quijote (momento con un puntito dramático que nos retrotraería a aquella película de Javier Macua, TU ESTAS LOCO, BRIONES -dramatismo contrapesado por el detalle jocoso de que su escudero Sancho sea un sujeto famélico cameado por un tipo chupado de fino bigotito y hórrido aspecto que asocio con series chillonas de Tele 5: la gracia completa sería poder contar con Luis Cuenca pero, dada su condición difunta, va a ser que no-) en combate contra el felón y malandrín Grullón (caracterizado como el Caballero de la Blanca Veta por la cosa capilar): escenas oníricas con mucho flou y a cámara lenta. Y ahí me dio el apretón (esta vez de aguas mayores, a tono con el personaje) y no recuerdo más...










   

viernes, 1 de noviembre de 2013

Una defensa de Halloween. Rascar un poco no está mal.


Visión judeocristiana de Halloween. Hacer pactos con el Diablo mientras toman el té.
Quizá no sea yo el más indicado ―por mi  condición de eterno iconoclasta― para defender una fiesta que en realidad ni me va ni me viene. Cuando era un crío, y la globalización no había llegado a mi pequeño pueblecito en vías de desarrollo, veía eso de Halloween como una cosa de disfrazarse de los niños americanos que iban a pedir cosas a las casas y que daba ocasión a las adolescentes de vestirse como meretrices ora diabólicas ora vampiresas. Y ya está. Hoy en día, como todo, Halloween se celebra en todos los sitios del Occidente “Civilizado” y en Latinoamérica, hablando de terruños no anglosajones. Es por las ganas de cachucheo que tiene la gente, pues ya se celebra hasta el día de San Patricio, el que libró a la Isla Esmeralda de bichas. Dentro de algunos años veo a la gente asando un pavo para Acción de Gracias de la manera más tonta. Total ¿a quién no le gusta comer hasta reventar y pelearse en familia como anticipo de la Navidad
Los celtas y sus costumbres. De aquellos barros vinieron estos lodos
Como cualquier fiesta, ésta tiene su origen en los atavismos olvidados. En España la cosa va de Don Juanes Tenorios e ir al cementerio a limpiar las tumbas con Cristasol, aunque recuerdo que el día 1 es el de Todos los Santos, que el de los Difuntos es el día 2. Pero bueno, una fiesta cristiana más que ha perpetuado costumbres viejísimas de pueblos de los que ni nos acordamos. Al igual que la Navidad  viene de mano de las Saturnales romanas, y éstas a su vez, de la celebración del solsticio de invierno. Lo mismo pasa con el actual San Juan, para festejar el solsticio de verano, con hogueras que instante insuflar al sol la energía que le falta, pues como sabemos todos, a partir de este día los días se acortan. 

Las cosas que le cabían en la cabeza a Edgar Allan Poe.
Con esa frente, cualquiera.
Pero vayamos al meollo. Halloween, aparte de ser esa fiesta yanqui, es una reminiscencia de un mundo precristiano y prerromano. Es una fiesta pagana celta que significaba el fin del verano y de la cosecha. En la dimensión mágica era un día en que nuestro mundo se fundía con el mundo de los espíritus y de la muerte. De ahí deriva pues toda la parafernalia de monstruos y telarañas que nos invade durante estos días.
Enlazamos, como no podía ser de otra forma, con eso que se llama el cuento de terror anglosajón ―y de todo el orbe con ramalazos celtas―, que se inició a mediados del siglo XVIII y que tiene su culmen en la Inglaterra victoriana, y en los Estados Unidos, hasta bien entrado el siglo XX. Nuestras lecturas, refiriéndome siempre a la de los amantes de las narraciones de miedo, deben mucho pues a esta fiesta, pues su simbología impregna los relatos que tanto nos gustan. Los ambientes morbosos, los cementerios, las casas o castillos encantados, los fantasmas derivan de ese mundo antiguo, donde la realidad se mezclaba con la imaginación y la idea de la muerte de nuestros antepasados. Integristas católicos en estas fechas hacen circular estupideces sobre que Halloween es una fiesta demoníaca que incita a la brujería. El tamiz de la religión que criba la mitología ancestral  otra vez a través de su luz de malla sobre los usos antiguos, demonizando todo lo que no conduce al redil de los bienaventurados. Los románticos ―sensu stricto, no el ideal empalagoso mutado de una amor cortés para cursis de la actualidad― a los que el morbo y la necrofilia les llevaron por los senderos más oscuros del alma, asimilaron bien aquel revoltijo de leyendas, que las brujas ―señoras paganas que no iban a la parroquia y que no eran necesariamente malvadas― habían transmitido de generación en generación, con sus historias y sus pócimas curativas. Y por supuesto, la adivinación por uso de sustancias que hoy las leyes llamarían drogas. Como venimos observando todo tiene que ver con algo tan natural como los solsticios y equinoccios, que marcaban ―y marcan― la vida en los tiempos neolíticos y de la edad de los metales. Ciclos y más ciclos. Sin este background, Poe no hubiese escrito sus escalofriantes relatos. Ni tan siquiera Bécquer, tirando para casa. La influencia del de Baltimore es notoria en los escritores de terror sucesivos, hasta llegar a Lovecraft, o más recientemente a Stephen King, por mentar una mega estrella del género. 
Los seres intermedios como duendes ―que no dejan de ser lo que hoy denominamos poltergeist―, los del más allá, los fantasmas o los demonios del inframundo acuden a la Tierra. Los celtas apagaban los fuegos del campo, y los encendían en sus casas, dando paso al tiempo oscuro del invierno. 

Cosas que ocurren en Walpurgis,
 idealizadas por Falero.
No da casi miedo, ¿verdad?
Cabe señalar que una noche similar ocurre el primero de mayo, la noche de Walpurgis, también relacionado con la tradición celta del paso de la primavera al verano, y en la que el mundo de lo sobrenatural se mezclaba con el de los vivos, mediatizado sobre todo por las brujas.  Las referencias a esta noche son constantes en la literatura vampírica y de terror. El invitado de Drácula de Bram Stoker sería una muestra perfecta de lo que acontece en esa noche. HPL hace que en esta fecha los habitantes de Innsmouth celebren ritos en el Arrecife del Diablo.
¿A dónde quiero ir a parar? A que no hay que ser ten simplista con los que aparentemente es sólo fuego de artificio. Todo, o casi todo, tiene un trasfondo auténtico, genuino. Dudo mucho que los antiguos druidas pensaran que el Samhain sería sólo una excusa para pedir caramelos y hacer el chorras. Y también para que nos miremos al ombligo, ya que esta tradición ha sido celebrada en nuestro país hasta hace cuatro días, como aquel que dice. Sería bonito que se mantuvieran esas tradiciones, pero como muchas se han perdido.

Y lo más importante aún, en el mundo global, nadie está exento de influencias externas. Yo soy andaluz, pero me gusta más el hillbillie que el flamenco. Por eso en la mejor línea de literarura de misterio celebro Halloween, el día que los muertos tienen permiso para andar por la Tierra, porque es fecundo su limo, en esta inundación de finales de Octubre, y hacen que nazcan obras maestras del terror, siguiendo los parámetros que un día celebraron un pueblo del cual derivamos en gran medida, y que nuestra cultura judeocristiana trata de amordazar.

En la página de Facebook Tú, Adolescente católico no se muestran partidarios.
Trick or Treat, pues, como dicen los niños americanos. Algunos los traducen como Truco o Trato, aunque qué quieren que les diga, me quedo con el apocalíptico Susto o Muerte.



¡Feliz Halloween, descreídos!

jueves, 10 de octubre de 2013

Las ingles tocadas


En la sombría entancia
donde la luz mortecina
caía a plomo en la otomana
tocarse las ingles un poco
era lo que le apetecía
lo que se estilaba
en esa breve travesía
del vigil mundo
a la onírica vía.

Mas la picor o el picor
elija usted la mejor
la tuvo entretenida
y el sueño se le fue
a esta ingrata presumida
que desnuda dormía
porque bien sabía
que a su hermana
sw escandalizaría
con esos pezones al viento
y ese dedo en movimiento,
buscando los valles profundos
desde el otero donde Venus
perdió, quizás, una vez,
hace mucho tiempo,
la sandalia
y algo más, que no diré
por no faltar
a las personas
relamidas que ouedan llegar,
por casualidad
a este sitio llamado luminar.

Yuggoth, año 29765793 de la fundación de R'lyeh

martes, 23 de julio de 2013

Recuerdos inventados

Todo ha surgido en mi cabeza una mañana de lunes. Esto es un dato irrelevante.
Colocaba los blancos en la imprenta y he empezado a darle vueltas a un poema que escribí hace mucho tiempo. Más que al poema en sí —que era una mezcla de referentes infantiles a las Estepas del Asia Central tamizado por la depresión y la nostalgia— es el tema de lo que trata sobre lo que rumiaba,  que se puede resumir en estos versos de dicho intento poético:
[…]
y me ha hecho recordar
vidas pasadas
reencarnaciones ficticias
de mí mismo.
[…]
En este caso, el recuerdo era real. Colocar los blancos y distribuirlos en los chibaletes es una acción de aprendiz de tipógrafo que de niño era habitual que hiciese. Los sábados por la mañana. Pero mascando, mascando he llegado a recuerdos que no son del todo ciertos, que se mezclan con el mundo del sueño, la leyenda o la mera invención infantil.
Y es lugar común, no nos engañemos, que nos autoengañemos —y valga la redundancia— con este tipo de florituras mentales. Hay poemarios que así se llaman, libros, blog. Recuerdos inventados. No fui el primero, ni el último en utilizar dicha expresión. Para inventar recuerdos no es necesario ser imaginativo, ni fantasioso, sólo que el cerebro quiera copiar o pegar a la carpeta RECUERDOS un archivo nuevo o modificado. Lo puede introducir en cualquier momento, al igual que recordamos cosas de las que nos habíamos olvidado y que estaban debajo de estratos de tiempo y olvido. Los más tendentes a la fantasía, como el menda, pues mezclamos sueños, cosas que se nos ocurren e incluso las que escribimos, que a través de una retroalimentación extraña acaban siendo otra vez puesto en un —figurado— papel. Haciendo un placentero ejercicio de languidez onírica, interiorizamos cualquier chorrada que se nos ocurra en nuestra puta cabeza. Pero aún disfrutando, sabemos que no es verdad; poco importa. Nos regocijamos pensando ―en mi caso― que dormitamos en el Club Diógenes o que recorremos enormes distancias viendo maravillas... abismos insondables, escarpadas cordilleras, animales de bestiario de monasterio o nieves eternas donde moran los terribles Mi-go. Este autoengaño evasivo, no significa una huída de la realidad; es más bien una forma de dar interés a nuestro pasado, aunque nunca confesemos, aunque nos lo guardemos como oro en paño. Es un juego intelectual con nosotros mismos.
(Los) 4 fantásticos ejemplos
Cuando se abusa mucho de esto, del recuerdo inventado, subimos al grado de Antoñita la Fantástica, seres humanos que se regocijan en sus fantasías con delirios de grandeza y grandes dosis de pamplinismo. La mayoría de las veces el síndrome Ana Obregón viene determinado por los deseos de medrar y ascender puestos en la pirámide social. Después hay otros que reinventan pasados para molar más. Simplemente con una exageración aquí, una mentirijilla por acá se les queda el currículum del malditismo muy apañaíco.  Casos tan sonoros como Robert Zimmerman o Charles Bukowski son un ejemplo. En Hollywood lo hacían con muchas de sus estrellas; aunque muchas veces era para tapar más que para fardar; Errol Flynn debe saber en su tumba de lo que hablo ahora. Hasta aquí los recuerdos inventados no son demasiado perjudiciales, o como mucho, a la salud mental del interfecto.

Digo mentirijllas, jijiji
Si echamos el órdago a la grande, la parte negativa de los recuerdos inventados es cuando los inventan por ti cualquier avispado, cualquier régimen sociopolítico, cualquier maquinaria de poder.  ¿Eso es posible? —se preguntarán los más inocentes—  ¿cómo se hace tamaña empresa? Es sencillo. Muy sencillo. El hombre es una especie esponja del autoengaño. Y es el lugar común del que hablaba antes, presentado con una bella etiqueta en el tarrito de las esencias concentradas. Como decía (o dicen que decía) nuestro amigo Josephito G. «una mentira repetida muchas veces se convierte en verdad». Memorias históricas vendrán, que bueno te harán. Revisionismos locuelos que inventan recuerdos masivos. Es más fácil con la masa, claro. La masa es informe. La gente se lo traga todo;  y las personas, ¡ay, las personas! La mayoría de las veces sienten tal vacío que se cogen a clavos ardientes como la puerta del Infierno. Algunas personas, los más escépticos, lo dudan todo, y hacen bien, pues la duda, como decía Sagan, fue la primera virtud de la Humanidad. O sea, ser desconfiado es una buena disposición. Pero otros, aquellos que creen que piensan por sí mismos porque escudriñan muchos puntos de vista, no hacen sino elegir corrientes únicas de pensamiento encubiertos en libertades de expresión y democráticos discursos timoratos, tratando de enmascarar su odio en mera rivalidad. ¡Con lo bonito que es un buen odio! A esos le meten los recuerdos inventados, los datos inexistentes y lo que nunca ocurrió como verdad absoluta de la manera más tonta. Volvemos a la repetición. Hay quienes pondrían su mano en el fuego por cosas que ni hemos visto, ni constatado, ni son explicaciones lógicas de nada. La reescritura de la historia, que era a lo que se dedicaba nuestro querido Winston Smith en 1984, es un hecho. 
Reescribe, Winston, reescribe,
que para eso soy Richard Burton
Los listos dirán que pasa en Corea del Norte, viendo la paja en el ojo ajeno. La viga en el propio se convierte en razones de pesos y explicaciones de que era necesario para salvar la democracia —esa entelequia que no sabemos lo que es pero que es muy gloriosa y perfecta, y que hemos de velar por ella hasta la última gota de nuestra sangre— del eje del mal. Los que me conocen sabe que la política es una cosa que me repugna hasta unos límites insospechados, pero el ejemplo más palmario de ¡vamos a inventar recuerdos sobre la marcha! fue la denominada Transición Española y el libro al que dio lugar. Un libro que casi nadie ha leído y que es de bien nacidos proteger como si nos fuera la vida en ello: la Constitución. Un libraco que en su versión guapa de pendolista tiene el escudo del águila imperial —otro de esos recuerdos inventados sobre los cimientos de la verdad, eso del Imperio—, y que hoy algunos dirían anticonstitucional. Es tan anticonstitucional que viene en la Constitución. Vale. Y no es que me agrade más o menos tal escudo, pues para mí las banderas y los escudos forman parte de esos recuerdos inventados que deberíamos mover a la Papelera de Reciclaje de nuestra razón. Desconfiar de todo tampoco significa ser conspiranoico, sino aplicar las meras nociones básicas del método científico. Pero nadie es perfecto. Todos caemos en recuerdos que nos han inculcado a través de ese ente difuso llamado tradición, que engloba la idiosincrasia de los pueblos más que sus tertulianos y sus próceres, más que sus libros y jurisprudencias. La gente necesita este artesonado para articular sus vidas sin sentido. Las personas, que aún viendo que la vida no tiene demasiado sentido, acogemos las tradiciones —sobre todo las gastronómicas— de buen grado, pues la tradición, al basarse en la repetición de la costumbre, no deja de ser un recuerdo que se aviva cada día, y al que nosotros le podemos aplicar un poquito de nuestra invención, santificando paellas o simplemente recordando con nostalgia la comida que hacía la gente que no está con nosotros. Aunque si les digo la verdad no sé si eso es invento o realidad, o acaso se encuentra entre los dos mundos, como todos los mitos que en el mundo han sido.
El material con que están hechos los sueños, de tan perfecta.
No, no es un halcón maltés, es un águila anticonstitucional
que viene en la primera página de la Carta Magna.

domingo, 7 de julio de 2013

¿DONDE SE METEN LAS COSAS?

La gran pregunta solondziana.

Tiene su mérito contar siempre lo mismo sin repetirse.

De cualquier modo, cuando China domine el mundo nada de esto tendrá importancia...


jueves, 27 de junio de 2013

Lo anacrónico. Manifiesto dialogado en tres actos contra la estupendez post post postmoderna

Acto I. La charla.

Páramo de los Cárpatos. Una casa.
INT. NOCHE


Padre: Hijo ¿de dónde vienes a estas horas, con esas pintas?
Hijo: Tú no mandas sobre mí.
P: Eso ya lo veremos. Yo pongo el salchichón de perro en tu boca, con el esfuerzo de mis manos artríticas, despellejadas, doloridas. ¡Insensato hijo! No deshonres esta casa. Sé lo que haces por las noches. Me lo dijo el anciano Oktika. 
H: ¡Viejo metomentodo! Está muerto ese cascarrabias. ¿Sabes por qué nos espía entre los arbustos y las rocas? ¿Acaso lo sabes, padre? ¡Tú no sabes nada! Arañas la tierra como un vulgar labriego.
P: Bueno, es que soy un vulgar labriego...
H: Tú mismo me das la razón. ¡Qué pereza das, padre mío! Tan aburrido, con ese bigote señor de los Cárpatos y esa horrible música que escuchas en tu radio made in China. ¡Eres lo peor! ¡Te odio! Hiedes a incultura.
P: ¿Acaso no te enseñé las cuatro reglas? ¿No te enseñé a diferenciar las churras de las merinas? ¡Dios, llévame contigo como lo hiciste con mi pobre esposa! ¡Que vergüenza de hijo! ¡Virgen Santa, ayúdame! ¿Por qué traes la maldición a mi casa, Satanás?
H: Mamá me dijo que jamás te hiciese caso porque eres un loser.
P: ¿Un qué?
H: No eres cool, padre. No sabes nada de mi vida...¡de la vida! ¿Acaso conoces al hijo del porquero, a Rasvan?
P: ¿Ese que era medio tonto?
H: Rasvi es especial. Hace unos diseños ideales. Pinta sobre dinero niños mongólicos muertos con mierda y un palillo de dientes. Nos juntamos para ver su performance. Bebemos cócteles en copas de balón ¿saben lo que son las copas de balón, padre? ¡Qué vas a saber!
P: Hablas cosas que no entiendo, no comprendo lo que dices. ¿Qué te han hecho? ¡Te han embrujado! ¡Estropear el dinero con mierda de gorrino! ¡Las blasfemias que hay que oír de tu sucia boca!
H: ¡Bah, padre, das demasiada importancia al dinero! Tienes mal karma ¿sabes?
P: ¿Entonces por qué me robas por las noches oscuras? ¿Si es robado es mejor el dinero? ¡Seguro que te drogas como el primo Velkan! 
H: Claro que me drogo, ¡qué cosas tienes! ¿Cómo iba a soportar este infame pueblo con su olor a oveja cagada y a nueces que se pudren en la despensa? ¡Huele a queso! ¡Qué infame! Me indisponen, padre, todo esto me indispone. Creo que aceptaré el trabajo de relaciones públicas en Bucarest. Al menos allí me trataran mejor.
P: ¿Relaciones qué? ¿Públicas? ¡Me partes el corazón!¡No quieres ser un humilde labriego! ¡Ye vas a Sodoma a vivir entre saltimbanquis y titiriteros!
H: ¿Un titiritero qué es, un cool hunter?
P: Niño, estás mongolo.

Esta riña que ocurre en los Cárpatos, como podría haber ocurrido en sus casas, es una alegoría de muchas cosas juntas, variadas y distintas. Primero, cuando el hijo dice al padre que no manda en él se repiten los cánones absurdos perpetuados por la ramplona progresía de que el joven ha de ser rebelde. La rebeldía a esas edades es producto de las hormonas y no del buen discurrir, más bien de todo lo contrario. Las cabezas de chorlito abundan en la juventud. El hijo es claramente un gañán con ínfulas de moderno que se aferra a lo nuevo como contrario a lo antiguo, a lo que conoce, que huele a queso y a salchichón de perro, sin darse cuenta que la obra de su amigo Razvan, huele a mierda, pero al ser una cosa novedosa, tiene el aura fantasiosa de todo lo reciente. El predestinado a ser moderno, y para más inri moderno siendo de pueblo, siempre quiere huir. Huir de casa, de la familia, de sus amigos no modernos y de su olor a queso. Porque es por eso que llora por las noches en su habitación llena de pósters de Keep Calm y de libros de poetas contemporáneos, pero malditos —son malditos porque ellos lo dicen— porque comprende que huele a queso, y allá donde vaya percibirán el olor, por lo que tendrá que echarse los bálsamos más modernos, porque quiera el hijo o no, aunque sus futuros amigos sean veganos, saben a que huele el buen queso curado, porque por las noches lo echan de menos, o incluso lo comen a escondidas,a hurtadillas. Este es un mundo en el que la drogadicción puede ser pública, pero no se puede, ni se debe, oler o comer queso.
Un mundo que no huela a nada producido por un ser vivo que no sea el hombre en sus fábricas. El padre se aferra a lo que conoce en contraposición. Es un ser sencillo, pero no por ello deja de tener aristas. No comprende muy bien lo que le pasa al hijo, pero presiente que es algo relacionado con la idiotez. Esta conversación es paradigmática de lo que se da a conocer como rupturismo pasajero, pues dentro de 30 años, si es que el hijo vestido de mamarracho consigue procrear tendrá la misma absurda charla con su hijo, que será adorador de una secta piramidal de jabones o incluso un estudiante de ciencias económicas.
El Doctor Halifax, crítico literario y mesmerista.


Acto II. El Ministerio de la Verdad

Plató de televisión de cadena generalista. Programa de debate.
INT. NOCHE





Presentador: ¡Por favor, Antonio! ¡Deja hablar a Mari Puri!
Mari Puri: Yo tenía la palabra, llevo media noche con la mano levantada... lo que yo quería decir es que tu periódico y tú mentís como bellacos. Todo el mundo sabe que las mandarinas son naranjas pequeñas, y no como vosotros decís una mutación por culpa de la coyuntura económica. Una vez dicho esto quiero aclarar que el responsable último de la plaga del escarabajo de la patata es culpa del subsecretario de mecanismos de movimientos perpetuos de la oposición. Fue el quien puso la mano para que los escarabajos vienesen a España en la pasada legislatura. ¡Mano dura! ¡Mano dura!
Antonio: No pongas en mi boca palabras que yo no he dicho. No lo voy a permitir. Retíralo o me voy.
M.P: Pues vete... mejor nos quedamos.
P: Haya paz, haya paz... bueno, retomemos la cuestión, Antonio ha llamado meretriz a Mari Puri...
A: ¡Qué más quisiera ella! ¡Se la ve faltica!

El público ríe la ocurrencia. Saben que si no aplauden no se llevarán a casa la thermomix prometida.

M.P: ¡Indignante! ¡Una guerra es lo que te hacía falta a ti, payaso!
A: ¡Eres una terrorista!
M.P: No, tú eres el terrorista. Todos sabemos que tienes un primo en Renteria.
A: No me hagas hablar de familias, que según mis fuentes, estás emparentada con la Casa Real en quinto grado de parentesco. ¡Y a mí me hablas de indignación! ¡No tienes vergüenza!
Tertuliano que sólo habla una vez: Yo creo que así no llegamos a ningún lado. La distribución geopolítica, la deuda externa del Sudán y las hipotecas subprimes os hacen hablar así de malamente. La culpa de todo la tiene Wall Street y la consecuencia es que el escarabajo de la patata...
M.P. y A: ¡Calla ya, subnormal!
Presentador: Aprovechando este instante de silencio les ofrezco este reloj, el reloj sumergible del ejercito checheno, con cápsula de cianuro, brújula y localizador gps. Tan sólo por 99 euros. No me dirán que no es bonito. Llamen al número de teléfono que aparece en la pantalla y podrá ser suyo. A las primeras cincuenta llamadas, de regalo un AK 47 de reglamente, proveniente de Afganistán.
Pasamos a publicidad.

En realidad esto es una película. No hay gobierno ni oposición, ni siquiera, después de la explosión, quedan escarabajos de la patata. Estas películas, basadas en documentos multimedia archivados en la Biblioteca Nacional del Congresos de los Estados Unidos, son enormemente populares en las colonias del extrarradio. La gente no las comprende muy bien. Sólo han sido educados para trabajar las tierras o hacer ropa en grandes telares, pero estos filmes le hacen gracia. Las toman como películas de humor. Los estudiosos de las épocas pretéritas aún no saben porque se hacían estos rituales mediáticos, pero por la falta de discurso y por el tono histriónico serían las series de humor de esos tiempos. No sé tiene claro si había un guión o lo inventaban sobre la marcha. El veredicto de este censor es que son inofensivos para el pueblo de los extrarradios, pero contraproducentes para funcionarios de más rango, pues si adoptan estos modos, pronto habría carencia de ellos, pues la urbanidad debe ser la constante en nuestros tecnócratas, y si fuesen gritones y maleducados habría que retirarlos inmediatamente del servicio activo por métodos incompatibles con la vida.
Censor #49503 MdlV – Informe 5946568bis sobre tertulias de ficción.

Acto III. El Gran Salto Palante y La Larga Travesía del Vacío


Plaza de pueblo. Mitin político
EXT. DÍA

Orador: Queridos amigos o amigas todos o todas, estoy en este o esta, vuestro pueblo o puebla, para anunciar las nuevas noticias o nuevos noticios que acontecen en la capital o el capital. Nuestro partido o partida ha decidido en subcomisiones independientes o independientas de la cúpula o el cúpulo presentar mociones o mocionas que eleven nuestro bienestar o nuestra bienestar hasta puntos y puntas insospechados o insospechadas en un pasado o pasada reciente o recienta. Para empezar las infraestructuras o infraestructuros quedaran relegados o relegadas, poniendo en la agenda o agendo la popularización o el popularización del deber ciudadano o ciudadana de romper con todo lo viejo o vieja de forma o formo tangencialmente contingente o contingenta.
Público: ¡Contingente o contingenta! ¡Contingente o contingenta!

O: Desde el gobierno o gobierna os prometemos o prometemas una cosa o coso muy importante e importanta. NO SERÉIS MÁS TÍTERES O TÍTERAS del partido o partida que tanto os odia u odio. Ahora vosotros o vosotras seréis los primeros o primeras en trabajar más y más, hasta la extenuación, a mayor gloria o glorio de nuestro líder o lídar.
Por un mundo o munda sin rencores o rencoras.

Las palabras de Godofredo Lerchundi, Vicevicesubsecretrario del Infracomité de Desechos Orgánicos y/o Humanos [VIDOYH] dejan patente que sólo por el salto palante renunciando a toda base anterior conseguiremos lo que todos pretendemos: dejar de ser nosotros para ser ellos o viceversa, según dicten las directrices del señor que humildemente ha aceptado ayudarnos en ser personas mejores. Nuestro Líder Antón Clavijo.
Godofredo Lerchundi, pueblo.





jueves, 13 de junio de 2013

UNA TESIS MAESTRA

"La existencia de ebooks mal diseñados, no sólo pone de relieve las posibles carencias técnicas de los usuarios y editores amateurs, sino que saca a flote unas cuestiones más profundas, como son una falta generalizada de educación estética. Tampoco podemos pedir, en una época en la que el término educación está tan devaluado en todos los aspectos, que dicha educación sea generalizada, pero si que al menos se haga patente en los que por iniciativa propia diseñan, ya sean libros electrónicos, páginas webs o banners." (MIGUEL MORALES)


Un viejo pistolero tipográfico se enfrenta a esa cornucopia de irrelevancias que es Internet y nos ofrece este texto, reflexión moral a la par que manual de navegación, indispensable para todas aquellas voluntades que se mueven por la Red (tanto creativa como receptivamente) con un cierto sentido de lo Estético (esto es, de lo Etico).



dale al enlace, pedazo de subcriatura


viernes, 3 de mayo de 2013

DECLARACIONES INTEMPESTIVAS





"¿Que qué opino de eso del escrache? ¿Pero esto va en serio, tío piojo? ¿O es para INOCENTE, INOCENTE? Vale, pues le diré que me parece un puto tongo eso del escrache, argentino tenía que ser... En mis tiempos estas cosas o se hacían o no se hacían pero, de hacerse, se hacían en serio, que se lo digan a Lennon, he, he, he... Nada de rondallas de la costra en plan tuno... Y a continuación, para que no se vaya de vacío, le voy a introducir por vía rectal este ejemplar en tapa dura de EL GAÑAN ENTRE EL CENTENO porque la lectura si no se interioriza no vale, que el personal hoy está muy despreocupado y le resbala todo y así nos va... Pero no se resista, hombre, no contraiga el esfínter, que es peor.... Aaaay, qué caras me pone el tío piojo... Oiga ¿puedo saludar?"   (espeluznante exclusiva con Mark David Chapman de nuestro enviado Jordi Trebolé para el programa SALVADOS POR LA RAZON, que se emitirá el próximo lunes por la megacadena Antena 6 y la radiotelevisión vaticano/qatarí) 



sábado, 9 de marzo de 2013

Estraperlo


El término estraperlo o straperlo es usado en España para referirse al comercio ilegal de bienes sometidos a algún tipo de impuesto o tasa por el Estado. Por extensión, es una actividad irregular o intriga de algún tipo, y se usa como sinónimo de mercado negro. A quien practica el estraperlo se le llama estraperlista.
(de la Wikipedia) 



El pensamiento más profundo que he tenido en los últimos días ha salido de que me quedaba poca leche para hacerme el Nescafé. He añadido agua. Bueno, no he inventado la pólvora. Todas las grandes empresas de productos lácteos añaden agua a la leche y la llaman leche desnatada. Y mientras bebía a sorbos el brebaje con pinta de agua sucia en el balcón he pensado que lo que hoy nos venden como un plus contra los cuerpos estilo Michelín, en la España de la posguerra directamente se llamaba estraperlo. Si, son estrapelistas. Venden a precio de bueno, líquidos aguados. En la era de lo light, lo que reside es la antigua costumbre de tendero de 13, Rue del Percebe, de engordarlo todo con agua. De vender lo magro, como si fuesen a tirar el tocino. El tocino se lo echarán a las sopas de sobre, supongo, que tienen más colesterol que una macetilla de dos docenas de huevos de avestruz. Estableciendo paralelismos libando el café instantaneo marca Carrefour -no llega ni a Nescafé- he llegado a la conclusión de que el estraperlo que antes se hacía para alimentar a los hambrientos en tiempos de escasez, sacando un provechoso beneficio, es la norma en todo. La máxima del estraperlo de vender gato por liebre, de robar para vender y afanarse en adulterar es lo que nos dan ahora. No me voy a poner en plan Amando de Miguel sacando conclusiones de perogrullo. Háganlo ustedes, que ya son mayorcitos, pero lo que hoy vivimos en los tiempos de lo light y de lo polite, es que se quedan con la esencia, nos la niegan y sólo nos dan cáscara y desperdicio. La amoralidad ruín de lo cotidiano no está tan lejos de las cartillas de racionamiento. Lo racional es racionado. Lo adulterado adulado, la mimbre del cesto ha sido sustituida por la vanagloria del vacío y la oda a lo inconcreto. Estraperlo de ideales, de condumio y de sustancia. Nos quitan la nata, que es lo rico. No es mi escrito un alegato, ni una soflama al estilo (premios) Goya. Yo sólo soy un simple pelagatos que pasaba por aquí. Y es que Expaña (como el maese la llama) es un refrito sin tocino, ligero, que de liviano, ni se puede comer con las manos. Supongo que será una decostrucción a lo Adriá. Pero como avezado soñador, como comedor (eso de consumidor me lo paso por le forré) quiero que la leche tenga su nata, que el cocido sus avíos, y que las mentes pensantes, no tengan sangre de horchata. 
He dicho.

viernes, 15 de febrero de 2013

Hipster hipsteri lupus




Frase en latín acuñada por Pepón Fuentes
En los tiempos de postmodernidad desaforada el mayor enemigo del hipster no es el rancio gañán que toma sus mollejas de cordero en el Bar Casa de Todos, sino sus semejantes. El viejo dicho de "perro no comercarne de perro" no se puede aplicar a estos seres demenciales cuya forma de pensar es tan mutante que llega a ser colapsadora de sinapsis neuronales. El verde no es el color de la esperanza para ellos, es el de la envidia, el de la superioridad casi aria y el del postureo más cool hunter.
Reafirmarse como ser humano no creo que tenga que ver con este equilibrismo estético endiabladamentepseudoprofundoperoalavezfrívoloquéno?.

¡Mamá, los hipsters se están wasapeando maldades!
¡Pues déjalos que se maten!

(Actualización del viejo chiste de las lentejas)

martes, 5 de febrero de 2013

Una de sepulcros...

No me gusta meterme en política, por asuntos que me sería tedioso explicar aquí (los toros, desde el burladero, de acuerdo; es muy fácil gritar y vituperar desde la barrera el resto de faenas -cójase la apalbra por el asta torcida o por la luminosa-, mejor bajar al coso y dar la talla), pero es que noticia como esta que leo de que un grupo de intelectuales y artistas piden a Muñoz Molina que no recoja un premio en Israel me sulfura, aun siendo de temple sosegado. 

Vaya por delante que Muñoz Molina no es un autor por el que sienta especial afección pero, digo yo, estos que le coaccionan ¿tienen reparos en reventar concursos -me refiero al patrio que firma, casado con la morsa que roba títulos y no reparte honores, y la desfachatez con la que despachó el escándalo del Ciudad de Burgos-, en recoger ellos los premios suculentos que sufraga Europa -no menos opresora, desde luego, que Israel, acaso más pulcra en lo externo, en apoyar, en el caso de los nortamericanos, a un presidente que irónicamente –y por muy negro que sea- recoge el Nobel de la Paz... total, que quien pide a Muñoz Molina que no vaya a Israel son un puñadito de sepulcros blanqueados...

jueves, 10 de enero de 2013

Sombras, nada más

Quizás no debiera, pero me sigue causando estupor el hecho de que ‘Cincuenta sombras de Grey’ siga, fresco y lozano, en las listas de los más vendidos. No entraré en su calidad literaria, porque no encontré rastro alguno de ella (tal vez me faltaban las antiparras adecuadas), pero me gustaría compartir la deliciosa estafa que alberga el libro.

Cuando a uno le gusta leer, corre el riesgo de toparse con alguien que, de buena fe, y con la excusa de “como tú lees tanto”, te regale inopinadamente libros como este. La gente a veces cree que el que lee mucho, o a aquel que le gusta leer, lee de todo: prospectos, consignas en camisetas ajenas, los mensajes ininteligibles de texto que se envían a algunos programas y libros de este jaez.

Lo leí. Sólo el primer tomo de la trilogía. La carga mediática prometía una revolución y una liberación sexual de cuantas mujeres lo leyeran. Es obvio que incumple, pero lo que me dejó perpleja es que, una vez más, lo que se nos vende es exactamente lo contrario a lo que encontramos. La historia perpetúa el tradicional patrón de la mujer que espera a su príncipe azul (nada de liberación, al contrario, ella acepta gustosa ser una mantenida –que no está nada mal, por otro lado-). Además, de revolución sexual, tampoco. Porque Grey es sádico –algo en lo que ni entro ni salgo-, pero ella no es masoquista. Ella acepta sus azotes, y sus palizas, porque lo ama, no porque ella descubra que le gusta ser golpeada y humillada.

En cuanto a la carga erótico-sexual que le sirve de credencial pasaría la censura apta para un novicio. Si realmente hay quien considera que el peso sexual de este libro es grande, no sé qué ocurriría si colocásemos en sus manos a Henry Miller, D. H. Lawrence o Bataille, por citar algunos. Hasta Pedro Mata, tan sicalíptico él.

El último reclamo de este desperdicio de papel es que disfrutaremos de una experiencia única. Ahí ya entramos en un lenguaje más acorde. Porque lo importante es la experiencia, responder al estímulo, aceptar la propuesta. Aunque ésta sea un bluf, una huída, un desfalco en toda regla. La vivencia, que sería esa experiencia convertida en saber, pasada por el cedazo de la conciencia, se destila en pequeñas –o no tanto- dosis de sabiduría. Sabiduría propia, de naturaleza no pretenciosa.

Experiencia. Como artificio. Habló de ello Lipovetsky en ‘El imperio de la efímero’, quien diseccionó que todo cuanto importa en estas décadas de decadencia homínida es cuestión de moda (un término mucho más complejo de lo que simula). Antes, Guy Debord, en su lúcido ensayo ‘La sociedad del espectáculo’, alarmado por la fascinación que suscitaba la representación frente a la realidad, el reflejo antes que el objeto, el tener antes que el ser, retomado por Vargas Llosa (que ensancha el ámbito de influencia al titular ‘La civilización del espectáculo’), y que se atrevió a denunciar el pillaje en el arte (a todos los niveles, sólo hay que recordar recientemente el Premio Ciudad de Burgos, que ganó un tipo que no había pasado el criterio del prejurado pero que era amigo de García Montero, y éste tuvo a bien imponerlo contra viento y marea; García Montero, al que se le llena la boca de dictámenes morales...)

Hay que volver a Heidegger, siempre hay que volver a Heidegger (la conciencia es la llamada del ser a sí mismo), y a la emboscadura jüngeriana, que nos une a lo telúrico, a la benevolencia (querer el bien de) para con uno. Lo demás, sea falso estímulo, artimaña, sucio truco, engaño, destello, lo que no sea la autenticidad de uno mismo (en cuanto a las cosas del campo o del intelecto, las croquetas o el rezo) son sombras nada más...