De Gaulle, un Pontífice a la antigua (esto es, SIN las manos atadas -si lo pensamos bien y en clave de paradoja, el intento de Wojtyla de desatarse las manos tendrá un claro deja vu gaullista, mucho más profano, por seguir con la paradoja, en el caso del polaco-): su larga y bienhechora sombra ilumina a tantos nombres, consumados, emergentes o en ejercicio (por estos pagos, los últimos serían Suárez -tan gaullista en sus rassemblements UDPE, UCD y CDS y en esa expresión calcada del devenir del General entre el 46 y el 58, la "travesía del desierto", a lo que añadir el final común ante la certeza de no volver a ejercer el Poder, la muerte física en De Gaulle al año de su mutis y la neuronal en Suárez no mucho después del suyo- y Tarradellas -el único Honorable catalán cuyo título no suena a humor macabro-; en el actual panorama global, el Putin Amo como referente maestro para otros más imperfectos, emergentes o en ejercicio). Palabra precisa, sin gestos de más pero dejando clara la gravedad de lo expuesto, vinculada a gestionar la acción, buscando el apoyo externo más eficaz sin complejines ni concesiones al chantaje moral o a asesores de imagen (en sus momentos más acerbos con Londres tenía un ojo ya puesto en Moscú y de ahí esas relaciones ambivalentes con el PCF y la URSS que hoy le reprochan los neoliberales y que acabaría concitando en su contra el maidan del 68, tan extremadamente COLORIDO y OCCIDENTAL y ANTISOVIETICO). Siempre dispuesto a retirarse (desde la estrategia -es decir, con voluntad de retorno- y jamás desde la cobardía) cuando sentía que su mandato carecía de los cimientos suficientes. Por talla, facciones y, sobre todo, temperamento, medularmente inasequible al perfil bajo...
En la EXXXpaNYa de hoy en día, descubrirlo es una buena vacuna contra la abyección establecida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario