sábado, 2 de julio de 2022

LA PATATA AL GRATIN

 


Caliente, caliente, patata grillada.... Desde luego, en esa condición, no hay peligro de que nadie me tome por un propagandista. A fin de cuentas, cualquier cosa (ya no digamos causa) que yo siga con atención, debe ser puesta en cuarentena. Más aún, si se tienen ambiciones profesionales (en el campo que sea, a diestra y/o a siniestra), juntarse conmigo, bffff, siempre atraerá problemas, trifulcas, disensiones. Con El Zurdo, mejor, de perfil, los guantes y la mascarilla nunca prescriben.


Lo más irónico es que el mundo que marca esas pautas antiYO se va cayendo a pedazos: low profile, corrección política, progresía inasequible a la autocrítica, facherío maidanero y gladiatore, todo lo que define a Occidente se muere (al final, claro, la etimología tiene la Ultima Palabra) aunque, por su inmensa cobardía, se obstine en no reconocerlo. Y la patata, siempre al límite de la torrefacción, sonríe desde sus miserias inmediatas porque está en el secreto de que el Futuro se halla más cerca de sus prioridades, de sus intuiciones, que de quienes la consideran incómoda o abominable.


Vamos, como el Donbass, mi alter ego hecho país. Si ni uno ni otro bajamos la cerviz y tragamos la ¿tentadora? papilla de la autotraición no es por cabezonería ni por orgullo (esa palabra tan estupefaciente y terminalmente occidental) sino por imperativo de supervivencia.


Esto es, POR LUCIDEZ.