miércoles, 2 de junio de 2021

LAS SERENATAS DEL 15M Y EL CORRALITO DE COLON

 Las serenatas del 15M se plantearon a partir de una situación muy concreta (revertir el apeamiento de ZP por Rubalcaba, apeamiento debido a las presiones de Washington ante un posible colapso español: o sea, una caricatura de la revolución cultural que propició el regreso del delirante Mao tras su retiro condicionado por los reformistas Liu y Deng) y en un lugar muy concreto (frente al edificio donde ejercía sus funciones Esperanza Aguirre). No hubo serenatas en Cibeles (donde Gallardón, el a la sazón archienemigo de Aguirre, zancadilleaba manifestaciones antiterroristas en tanto embridaba cualquier respuesta policial a las incipientes violencias piqueteras de los "indignados") como tampoco las hubo en Génova (donde Rajoy, factótum desde hacía casi tres años del low profile, anteponía el desmontaje del PP a toda tarea de oposición y daba la espalda a sus votantes de 2008) o en Ferraz (sede nacional del partido gobernante y responsable, por tanto, de las fallas que se supone propiciaban la susodicha "indignación"). Sólo cuando se consumó el apeamiento de ZP los "indignados" se plantaron frente a Interior (la sede oficial de quien ya era oficiosamente el gobernante de facto) y ahí quedó claro que Rubalcaba no era ni Gallardón ni Rajoy y, por primera vez, hubo carga policial rotunda y sin contemplaciones contra los manifestantes como no se recordaba desde los tiempos de su predecesor Corcuera.

Ahora se plantea una convocatoria (la enésima desde aquellas primeras antiterroristas de hace una década) en el corralito de Colón, donde los elementos más centrípetos y sensibilizados respecto al terrorismo suelen manifestarse de vez en cuando. La convocatoria la organiza un grupo civil, transversal, donde hay rebotados procedentes de diversos partidos (incluido el PSOE), y el motivo, de una gravedad mayor que en anteriores convocatorias, implica la completa deconstrucción del régimen de contrapesos a beneficio caciquil de un gobierno sin mayoría sostenido por prótesis todas ellas contrarias a la norma constitucional. De una gravedad que, al menos en la retórica de quienes van a confluir (por cierto, no en comandita, si no mirándose de reojo y buscando no salir juntos en la foto: vamos, todo lo contrario de una "union sagrada" y quintaesencia del maricomplejinismo y plegamiento al chantaje "progresista" emanado desde el gobierno contra el que pretenden protestar), debería de procurar un espíritu de consenso y concentración nacional y no de prioridades y acotamientos partidistas. Ser algo más que el caganer discordante en el belén anticrístico surgido del 11M.

Bueno, si de veras esta convocatoria de Colón fuese más fáctica, esto es, REAL, que mera performance retórica, mero teatriyo, debería de desobedecerse CIVILMENTE la frontera invisible de la plaza del museo de cera y desplazarse hacia donde se cuecen los desmanes y entuertos y allí CAREAR todos a una y sin reojos ni suspicacias a quienes los perpetran. Esto es, hacia Moncloa. Mientras los contestatarios al desorden establecido respeten los corralitos que acota ese mismo desorden no podrá hablarse de veras de un auténtico cuestionamiento, de una contestación efectiva, de una demostración explícita de lo excepcionalmente grave que es la situación. Y, con ello, esta convocatoria será otra más donde los chantajes morales de los caciques continuarán modelando los complejines de los presuntos insurrectos.   

Lo más irónico es que los presuntos insurrectos fueron los primeros en celebrar el maidan, la "primavera" árabe, las diversas revoluciones de colores o los paraguas de HongKong: muy poco que ver en la praxis con esta agitación gallinácea en corralito convocada para el día 13. Los huevos de esta convocatoria, más de jaula en nave industrial que camperos, no serán, me atrevo a presumir, los de mejor calidad...