miércoles, 14 de agosto de 2019

LA SEÑORA PRESIDENTA



He seguido a intervalos la sesión de investidura de Isabel Díaz Ayuso. Quería más que nada tragarme el evento por pillar a la sra Monasterio en directo en plan espada de Damocles pero al final se me escabulló entre zapeos e ir a por la infusión (ya la veré en algún diferido del You Tube), así que me concentré en la presidenciable.

Viéndola, recordé intervenciones suyas hace años como tertuliana y que se me había quedado esa mirada un punto incendiaria y esa sonrisa un tanto teleósteamente voraz (que con la voz algo estridente me la sitúa en mi hermenéutica particular como la hermana "con aguijón" de Inés Arrimadas). Ahora también me ha hecho pensar en la Teresa Lisbon de EL MENTALISTA (sería como una versión más chupadita y nerviosa).

De sus intervenciones, agradecí las siguientes perogrulladas, el rescatar la expresión "HIJOS DE PAPA" en su acepción más vizcainiana (esto es, de Vizcaíno Casas) y el repaso florentino al PSOE y la ¿izquierda? zetapodemita en general, alternando con guiños a la vieja guardia del partido de Ferraz hoy arrinconada por "facha" (Felipe, Leguina, Paco Vázquez...) y ese masaje disociativo/respetuoso a su oponente Gabilondo al que ponía amablemente en evidencia como tonto útil de un chusmerío que "no se lo merece". Por supuesto, no podía faltar la mención al supremacismo moral de la sartén contra el cazo en materia de corrupción (manera elegantemente elíptica de romper una lanza por sus antecesoras en el cargo) y, como grand finale, responder a la campaña amarillista (vamos, se lo pusieron a güebo) contra su familia, con un tono épico de clase media devorada por la crisis que tocará la fibra de no pocas pymes y emprendedores embarrancados y que oblicuamente era un ritornello al palitroque contra el gauchismo sobreactuado de tanto "HIJO DE P...APA" (en este momento no habría estado mal una espontánea asomando con pancarta dedicada a John Galt -habría sido el broche-). 

En fin, sin tener la patricia campechanía de doña Espe ni el aplomo destroyer de Cayetana Alvarez de Toledo, en su modo un poco eléctrico y atropellado, creo que el debut dialéctico de la señora presidenta de la comunidad en la que nací y vivo tuvo su encanto.